
Investigadores de EHU han empleado todo tipo de materiales y elementos para calibrar la salubridad de los tres arroyos del Anillo Verde Gasteiz. Baldosas de mármol, hojas de aliso y de roble, depresores linguales empleados en medicina, tiras de algodón, bolsitas de té verde y rojo, u hojas de plátano han sido algunos de los componentes utilizados para tal estudio.
Diana Rojo, investigadora de Stream Ecology de EHU, ha sido la encargada de coordinar el análisis realizado por este grupo sobre tal variedad de materiales para determinar cuáles resultan más eficaces como indicadores ecológicos y para medir los procesos de descomposición y producción de materia orgánica en dichos cauces fluviales, situados en diversas zonas agrícolas.
A partir de esos ensayos, el equipo ha diseñado un protocolo con indicadores de alerta temprana que permite a gestores y agencias ambientales valorar con mayor precisión la salud de los entornos fluviales. Según explica Rojo, el equipo comparó las diferencias entre tramos bien conservados y otros con mayor influencia de las actividades agrícolas, utilizando para ello varios tipos de sustratos. «Queríamos identificar cuáles son los que mejor reflejan los cambios que se producen en el río cuando hay alteraciones humanas», señala la investigadora.
Tras elegir tramos alterados e inalterados de diferentes arroyos de las afueras de Vitoria-Gasteiz, depositaron dentro del agua unidades experimentales que contenían los citados sustratos y los mantuvieron incubando durante cuatro semanas, «con el fin de poder compararlos después y decidir qué sustratos indican de una manera más eficiente y en un corto plazo los cambios en el estado de dichos arroyos», explican.
Tras recoger todo el material, «pudimos analizar las comunidades de invertebrados, de hongos y de algas, así como diferentes variables de descomposición, que indican en qué estado se encuentran las zonas impactadas en comparación con los tramos inalterados», añaden.
En términos generales, las investigadoras han concluido que «para llevar a cabo estudios eficientes con recursos limitados, tanto en tiempo como en dinero, el aliso es el mejor sustrato para estudiar la descomposición total y las comunidades de macroinvertebrados».
Por su parte, «las hojas de plátano o las tiras de algodón son muy eficientes para estudiar la descomposición microbiana; y finalmente, las baldosas de mármol, sirven para estudiar la parte de las algas o la producción primaria. Estos tres materiales nos darían mucha información y bastante inmediata acerca del estado del ecosistema».
Materiales universales
A través de este método práctico y sencillo, se busca trasladar toda una serie de recomendaciones tanto para la comunidad investigadora como para la administración y las entidades gestoras. Los materiales propuestos, además, son bastante universales, lo que facilita que este estudio se pueda reproducir a nivel global en diferentes lugares.
Los ríos desempeñan un papel esencial en el equilibrio ambiental. Mantenerlos en buen estado no solo depende de la calidad del agua, sino también de la vida que albergan y de los procesos que en ellos tienen lugar: la respiración de la vegetación, la descomposición de la materia orgánica o la transformación de nutrientes, entre otros.
«El buen estado de un río implica tener en cuenta tanto los organismos que lo habitan como su funcionamiento», explica Luz Boyero, profesora Ikerbasque del Departamento de Biología Vegetal y Ecología de EHU. La actividad humana puede alterar esa dinámica natural, por lo que resulta necesario disponer de herramientas que permitan detectar a tiempo sus efectos.
En opinión de las investigadoras de EHU, «el recurso agua es fundamental para el ser humano. Necesitamos que se mantengan unas comunidades fluviales saludables y que los procesos de ecosistema funcionen de la manera que tienen que funcionar».
En este sentido, resulta fundamental saber evaluar la salud de los ecosistemas para poder poner remedio a la contaminación. «Este siempre es el primer paso: ver dónde hay buenas condiciones, dónde hay malas y ver después qué abordar, sobre todo para saber qué tramos son los más críticos», añade Rojo.
«Los ecosistemas fluviales son fundamentales en los ciclos de carbono, en los ciclos de nutrientes, en el planeta. Y muchas veces son los grandes olvidados», concluye la profesora Boyero, quien dirige la tesis doctoral que está llevando a cabo Diana Rojo, en la cual se incluye este estudio, que ha contado con la colaboración del personal técnico del Anillo Verde de Gasteiz.

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