7K - zazpika astekaria
LITERATURA

La lógica de lo inexplicable


El título de la última novela, ganadora ex aequo del Premio Herralde, firmada por la autora chilena, pero afincada en Argentina, es, desde su mismo juego de palabras, utilizando el nombre de uno de sus personajes como adjetivo enfrentado a su acompañante, toda una declaración de intenciones y, sobre todo, de principios. Porque, si de claridad formal podemos hablar en cuanto al estilo desplegado, la -premeditada y elogiable creativamente- confusión que se cierne sobre la trama dirige ese verbo de pulcritud cotidiana hacia un escenario, cuanto menos, desconcertante.

El flechazo amoroso sentido por un plomero (lo que llamaríamos comúnmente un fontanero) al descubrir en el escaparate de una sala de exposiciones a una estrambótica artista plástica, es el desencadenante para una historia que adquiere bifurcaciones y desarrollos en entornos de lo más diversos y en apariencia difícilmente reconciliables. Un galimatías que coge cuerpo a través de casos de corrupción gremial, disputas románticas, acosos telefónicos e incluso disertaciones en torno a la naturaleza del hecho creativo. Un universo argumental que, pese a su aparente disparidad, encuentra una identidad particular capaz de generar un atractivo hechizo en aquel lector que asuma abdicar de la lógica.

No hay nada mejor para reflejar la tan habitual carencia de respuestas lógicas para responder a interrogantes que nos plantea la realidad que aceptar su juego y dejarse llevar por el aparente caos que pregona esta obra. Un milimetrado desorden que rechaza estructuras conservadoras para, sin embargo, exhibir con determinación cavilaciones de alcance universal. Sus páginas se convierten, de este modo, en escenario por donde desfilarán los múltiples códigos sentimentales existentes, el refugio que a veces ofrece el desmoronamiento ético o el arte entendido como vehículo vital y no supeditado a la dictadura del resultado inmediato.

Si la literatura, como cualquier otra expresión, está llamada a ser espejo, impoluto o distorsionado, de lo que acontece a nuestro alrededor, que su manifestación se exponga bajo códigos distorsionados no es más que su adecuación a un contexto dictado desde lo insólito. “Clara y confusa” acepta, celebra y entiende que la única manera de intentar explicar lo inexplicable, que suele ser casi todo lo que circunda al ser humano, es reivindicar artísticamente el suelo quebradizo que nace de la incertidumbre, paradójicamente, muchas veces el camino más certero a la hora de descifrar lo incomprensible.