13 JUL. 2025 PANORAMIKA Planos de color La exposición «Helen Frankenthaler: Pintura sin reglas», que se puede ver en el Museo Guggenheim de Bilbo, permite acercarse a la obra de una de las artistas destacadas de la abstracción norteamericana. (Oskar Matxin Edesa | FOKU) Iker Fidalgo Si hablamos de Expresionismo Abstracto, puede que tengamos algunas dudas de dónde situar esta corriente. Si mencionamos la pintura de acción o la técnica del dripping o goteo, quizás nos suene y podamos ubicarlo mejor. Pero, sin duda, cuando mencionamos el nombre de Jackson Pollock, automáticamente se nos viene a la cabeza la imagen del pintor, moviéndose de manera frenética alrededor de una tela situada en el suelo, dejando caer pintura a través de una brocha mientras de su boca humea un cigarro en constante combustión. La cultura siempre ha tendido a transitar entre épocas a través de figuras icónicas y Pollock es uno de estos casos. Pero dentro de esa corriente desarrollada en el Nueva York posterior a la segunda gran guerra, encontramos un elenco de nombres entre los que se encuentran varias mujeres de indiscutible relevancia internacional, de nuevo, silenciadas y apartadas de los grandes discursos de la historia del arte. A personajes como el mismo Pollock, Willem de Kooning o Mark Rothko, debemos unirle artistas tan importantes como Lee Krasner o la protagonista de nuestra página de hoy: Helen Frankenthaler (EEUU, 1928-2011). El Museo Guggenheim de Bilbo inauguró a mediados del pasado mes de abril una muestra titulada “Helen Frankenthaler: Pintura sin reglas”. La exposición es una de las apuestas para el verano, pues podrá visitarse hasta finales del mes de septiembre. La artista fue un nombre destacado de la corriente de la abstracción norteamericana y su legado se mantiene activo hasta el día de hoy como una firma clave en la transición entre dos corrientes, el Expresionismo Abstracto y la Pintura de Campos de Color. En la primera, encontramos composiciones más gestuales y enérgicas, mientras que los campos de color se traducen en grandes manchas y propuestas con un ritmo compositivo muy diferente. Ambos movimientos están claramente enunciados desde la abstracción, pero con resultados formales completamente diferenciables. La artista habita ese espacio de cruce entre ambos lugares, siendo además inventora de una técnica en la que el óleo se diluye en un disolvente hasta conseguir una textura transparente similar a la acuarela. El pigmento, vertido sobre lienzos en el suelo, consigue manchas, texturas y campos cromáticos que hoy son algunas de las características principales de la creación de Frankenthaler. Ya en sala, podemos encontrar piezas ordenadas de manera cronológica desde los años cincuenta hasta los últimos años de vida de la artista. La propuesta comisarial incluye piezas de algunos de sus contemporáneos como el propio Pollock o Mark Rothko. Las obras, de gran formato, ponen en valor las diferentes etapas de la vida de la artista. La evolución y el encuentro de nuevos caminos se puede descubrir en esta oportunidad para acercarnos a uno de esos nombres que quizás deberíamos haber valorado mucho antes.