7K - zazpika astekaria
GASTROTEKA

Nueva vida a las sobras de la nevera

El chef de 7K nos invita a conocer su nevera y de paso se adentra en el importante mundo de las sobras. Y es que la comida no se tira, y los recursos están para aprovecharlos. Con esos alimentos que se han quedado fuera se pueden hacer apetitosos platos. «Bueno, bonito y barato» en cocina.

(Getty)

Iba yo paseando un jueves por la mañana -una mañana bien temprana, fresca y tranquila- intentando mantener la mente en blanco para, simplemente, disfrutar del fino cantar de los pájaros y oír el agua del río correr, disfrutar, en definitiva, del elegante despertar de la naturaleza que nos rodea… Y, de repente, la preocupación de las preocupaciones, la incertidumbre más abrumadora y la ansiedad más ansiosa zancadillearon el paso firme con el que avanzaba por tan bellos lares. Mi cabeza detuvo en seco todos mis pensamientos, incluso los que están en segundo y tercer plano, para esforzarse en dar respuesta a la dichosa e inoportuna (según como se mire) pregunta de, “¿qué voy a comer hoy?”.

Así es, familia, no me digáis que no os habéis visto reflejados en tan entrañable, y a la vez desagradable, situación. Una pregunta que sería capaz de paralizar la rotación de la tierra. Se trata de momentos en los que uno no sabe si reír, comer o llorar. Lo de comer, si es que llevamos algo encima porque, si no, a falta de tema para llenar el buche, el llanto solo aumenta. Preocupaciones aparte, no está de más prepararse para este tipo de situaciones, en las que peligra el equilibrio del propio sistema solar. Hay quienes van por libre y con 5 minutos de arranque se apañan y además comen mejor que bien. Pero también los hay, como yo, los que necesitamos sentir cierta planificación para los temas del comer. Ya sea comer en casa, fuera, entre semana, el fin de semana, solo o acompañado, cuidar el acto del “mangiare” se torna en una de las no muchas preocupaciones con las que vivo.

Hoy, para los que seáis como yo y seguro que para los que no lo seáis, os voy a traer a la mesa uno de los recursos de los que más tiro para estos casos: las sobras. Y es que la comida no se tira, amigos. Toda sobra o excedente merece una segunda oportunidad. Y no hablo de una segunda vida pasada por el microondas sin más gracia que gana. Hablo de entender cada plato, producto o alimento que sobra como un ingrediente o un lienzo en blanco del que partir hacia un resultado que nos haga llegar a sentir placer culinario. Todo esto, además de suponer un recurso brutal para los momentos en los que no hay tiempo ni para pensar en cómo se respira.

Analicemos una nevera: por ejemplo, la mía. Hablo de sobras, que el armario frío de las comidas (frigorífico) es mi santuario, mi refugio, mi mayor confidencia pero, como os decía, de la cual estoy dispuesto a compartir una parte. Trece unidades de macarrón con tomate, algo menos de medio sándwich mixto, una lata de anchoas en salazón a medio acabar, un táper con lechuga que empieza a roñarse y otro táper con una ración aproximada de lentejas con chorizo. Para muchos, esto sería como enseñar o abrir de manera pública el cajón de las vergüenzas. Y es cierto que, seguramente, la nevera será la parte menos estética de un cocinero. Pero, como decía, probablemente la más divertida. ¿Por qué? Porque cada sobra se puede interpretar como un reto. Si no hay tiempo para nada, se traduce en una solución, que con un poco de aliño que le dé un toque distinto también puede tener su gracia. Pero si le dedicamos unos minutos y un par de pensadas, esa sobra se convierte en un precioso reto culinario con el que soñar con nuevos platos, sabores y texturas. Hagamos el ejercicio con las sobras de mi nevera.

Macarrones con tomate: Soy fan de la pasta sin esfuerzo. Esa en la que el tomate triturado de calidad unido a una pasta decente, todo junto, genera más emoción en una persona, sea de la edad que sea, que la película “Bambi”. Mi propuesta tiene dos caminos. La primera, añadirle cosas y re-guisarla. Picad unos callos ya cocinados, con tomate, juntadlo todo y “palante”. Pero ahora que todavía hace calor, imaginaos esas trece unidades de macarrón, lo bien que casan con un tomate maduro, recién pelado y bien cortado, aliñado todo con un buen aceite de oliva virgen extra y colocado todo sobre un buen salmorejo o gazpacho, unos daditos de queso feta y unas hojitas de albahaca para terminar. ¿Es o no es un platazo?

Medio sándwich mixto: Pocas veces os sobrará medio sándwich, pero si os pasa, guardadlo en la nevera y pensad en cómo podemos volvernos a divertir con él. La primera opción es volverlo a pasar por una sartén con muy poca grasa o por la tostadora para que vuelva a quedar crujiente. La siguiente opción es la divertida. Imaginad el sándwich como una “milhoja” o una lasaña. A estas dos opciones siempre se le pueden añadir capas, y es precisamente lo que vamos a hacer. Sobre el sándwich, más lonchas de jamón cocido, o pavo, o jamón asado, o lacón, o salchicha, o butifarra, o txistorra o lo que queráis, más queso de vaca, un poquito de parmesano y al horno a 200º durante 10 minutos. Reducís en una cazuela vuestra cerveza de confianza a la mitad y añadís el doble de cantidad de tomate frito, bastante pimienta negra y un chorrito de aceite de oliva. Reducís todo hasta que espese y colocáis el nuevo sándwich sobre la salsa en un plato. No es una francesinha portuguesa, pero merece la pena.

Anchoas: Para esto, lo importante es que, aunque medio abiertas, estén cubiertas de aceite. Y, para darles matarile, lo mejor es un buen pan brioche, un sobao o pan tostado con mantequilla. Sin más secretos.

Lechuga medio pocha: Sartén, ajo picado, aceite y vinagre. Primero, se rehogan unas láminas de ajo, se saltea la lechuga medio pocha troceada a fuego vivo y se termina en la sartén con un chorrito de vinagre. Como guarnición para una carne o un pescado queda increíble. Os va a sorprender mucho más de lo que imagináis. Eso sí, se hace en nada, no más de 2 minutos de sartén.

Lentejas con chorizo: Retirad el chorizo de las lentejas y triturarlas con un poco de aceite de oliva, comino en polvo, pimienta negra y sal. Habemus hummus de lentejas. Parece obvio, pero tiene su puntito el acertar con las especias. Como recomendación para terminar el plato, unos daditos de chorizo picante, jamón del bueno y buen pan tostado.

Ya véis cómo con un poquito de creatividad las sobras de la nevera se convierten en un momento divertido y rico. Y, además de una elaboración, de esta manera sacamos más de una, facilitándonos la organización del menú semanal una barbaridad. Disfrutad del canto de los pájaros y el correr del agua del río, y que nada os interrumpa. On egin!