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ARKITEKTURA

Paisaje industrial en transición

Un proyecto de arquitectura en la localidad suiza de Embrach demuestra que se pueden reinventar paisajes y edificios del pasado de acuerdo con el presente. Preservar el patrimonio de pueblos y ciudades e integrarlo, teniendo en cuenta también la naturaleza, debería de ser la tendencia a seguir.

Exterior de la alfarería original reconvertida en viviendas. (Claudia Luperto)

En la localidad suiza de Embrach, una antigua alfarería se ha convertido en el umbral de entrada a un nuevo barrio. El proyecto, desarrollado por el estudio Strut Architekten AG y construido en 2015, no se limita a rehabilitar un conjunto industrial, sino que lo transforma en un nexo que conecta la vida urbana con la naturaleza, ofreciendo a sus habitantes una relación directa con el paisaje.

Durante décadas, Töpferei fue un referente local, reconocible por la singularidad de sus cubiertas a dos aguas. Hoy, el volumen se conserva y se reinventa, manteniendo su envolvente mientras adapta su interior a usos residenciales y comunitarios. No se trata de un ejercicio elemental de conservación arquitectónica, más bien de reconocer que la memoria de un lugar constituye su valor habitable.

El complejo se organiza en torno a un patio central, concebido como una plaza verde con arbolado que le aporta sombra y un espacio público que favorece la interacción vecinal. Sin embargo, lo más singular de la intervención se encuentra en su apertura hacia el contexto. Pasajes peatonales, escaleras y senderos atraviesan el solar para prolongar el tejido urbano hasta el bosque Wildbach. De este modo, en vez de actuar como un límite construido, se establece una transición entre la ciudad y lo natural, entre el pasado productivo y el presente habitado.

Adición de balcones en las fachadas interiores, en relación con los nuevos espacios públicos verdes. (Claudia Luperto)

A dicho planteamiento de conexión, se suma la incorporación de dos nuevos bloques, dispuestos en perpendicular a la antigua nave, que enfatizan los ejes y las calles del conjunto original. Entre ellos surgen ámbitos intermedios y una plaza enmarcada por las edificaciones, configurando un pequeño vecindario. La articulación de vacíos entre los distintos pabellones deja de ser un residuo y se convierte en una oportunidad. La propuesta responde a la necesidad de intersticios en la vida comunitaria, generando recorridos, puntos de encuentro y áreas de estancia que difuminan los límites entre lo privado y lo colectivo.

La disposición de los volúmenes hace que el edificio primitivo enmarque vistas estratégicas hacia el bosque, convirtiendo el ecosistema en parte de la cotidianidad de sus usuarios. Al mismo tiempo, los edificios transversales sustituyen la tradicional galería por unidades puntuales de balcones independientes, orientados al suroeste, una variación que introduce nuevo ritmo y dinamismo. Una estructura de balcón sencilla y modular, repetida con adaptaciones en las distintas piezas, ofrece una estrategia unitaria de composición y garantiza cualidades exteriores positivas para todas las viviendas.

(Claudia Luperto)

El lenguaje material contribuye a reforzar la continuidad histórica del lugar: prefabricados de hormigón, paños de ladrillo que remiten a la construcción original y terrazas con celosías metálicas, que evocan la lógica de la fábrica, reinterpretada con sensibilidad contemporánea. La repetición de elementos de fachada, como ventanas y módulos estructurales, no solo brinda coherencia formal, sino que optimiza costes y simplifica la ejecución mediante componentes industrializados con precisión.

En Töpferei, habitar no significa simplemente ocupar un espacio, es formar parte de un emplazamiento con legado y en diálogo con la naturaleza. La transición de lo productivo al paisaje preserva el patrimonio, genera un centro de gravedad comunitario y, a la vez, se integra con el medio. Una mirada hacia el pasado fabril que puede convertirse en motor para repensar el futuro de la vivienda colectiva.