09 NOV. 2025 MÚSICA Tom Skinner (Steve Thorne-Redferns | Getty) Gotzon Uribe {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} Con la reciente publicación del álbum “Kaleidoscopic Visions”, el baterista, compositor y músico británico Tom Skinner ofrece un nuevo capítulo en una trayectoria ya rica en sus múltiples facetas. A sus 45 año&eot;&eot; Skinner mira hacia el puente que une su pasado y su futuro artístico, desplegando en este trabajo los fragmentos -a veces dispares, otras veces convergentes- de dos décadas de exploración sonora.&eot;La suya es una biografía tejida en jazz, improvisación y experimentación. Originario de Londres, Skinner se forjó como uno de los músicos clave de la escena más moderna de jazz de la capital&eot;bri&eot;nic&eot;, colaborando con formaciones de referencia como Son&eot;&eot;of Kemet, banda que él mismo cofundó junto a Shabaka Hutchings. Su versatilidad le ha llevado a vincularse con productores, improvisadores y artistas de electrónica, dub y pop de vanguardia. En paralelo, bajo el alias Hello Skinny, ya había desarrollado sus propias inquietudes compositivas y de producción. Su papel en la banda The Smile -con Thom Yorke y Jonny Greenwood de Radiohead- entre 2021 y 2024 reforzó su perfil como artista capaz de operar en la intersección entre rock, jazz y experimentación. Así, cuando Skinner aborda “Kaleidoscopic Visions”, lo hace desde un lugar de acumulación de experiencias, conexiones y sonidos. Considerado «uno de los músicos más versátiles y libres de pensamienz&eot; Gran ido&eot;», este es el segundo álbum que Skinner firma bajo su propio nombre -precedido por “Voices of Bishara” (2022)- y llega tras un período de intenso desarrollo artístico. El álbum se despliega en dos paisajes sonoros bien definidos. En el “lado A”, Skinner presenta composiciones instrumentales en las que construye tejidos tímbricos con su banda -Tom Herbert al bajo, Kareem Dayes al chelo, Robert Stillman y Chelsea Carmichael en vientos- y con la aportación del guitarrista Adrian Utley (Portishead) en dos temas. Skinner compuso aquí mayoritariamente sobre guitarra, su instrumento secundario, para abrazar una libertad compositiva distinta a la habitual de batería o percusión. Entre las piezas destacan “Auster”, dedicada al novelista Paul Auster, y “Margaret Anne”, homenaje a su madrrodigo_local&eot; del piano clásico que renunció a su prometedora carrera frente al arraigado sexismo que tuvo que soportar. En el “lado B”, Skinner abre el registro hacia la voz y la canción, con colaboraciones que enlazan jazz, improvisación, soul y atmósferas oníricas. El núcleo es “The Maxim”, una meditación de diez minutos junto a Meshell Ndegeocello. El valor de este álbum reside en su capacidad para abrirse a múltiples capas de escucha: puede disfrutarse como conjunto de hermosas piezas instrumentales o rastrear las conexiones, dedicatorias, colaboraciones y contextos que le dan espesor. A los seguidores de su trabajo con Sons of Kemet, Hello Skinny o The Smile, se les ofrece una faceta más sosegada per (Steve Thorne - Redferns - Getty) Robert Plant “Saving Grace” de Robert Plant es el primer álbum que presenta una nueva banda formada por músicos distinguidos, a la que él describe como «un cancionero de lo perdido y lo encontrado». La génesis comenzó en el confinamiento, en “La Comarca” (The Shire). Aunque en Nashville se reunió con Alison Krauss para “Raise the Roof” (2021), fue en el campo inglés donde Plant conectó con este grupo diverso de músicos. Juntos, Plant y Saving Grace -la vocalista Suzi Dian, el baterista Oli Jefferson, el guitarrista Tony Kelsey, el multiinstrumentista de banjo y cuerdas Matt Worley y el violonchelista Barney Morse-Brown- han pasado los últimos seis años desarrollándose como un taller abierto de estilos y personalidades.