21 DIC. 2025 MERCADOS, IMPRESCINDIBLES PESE A LAS DIFICULTADES El mercado de Santo Domingo, a debate El mercado de Santo Domingo, en pleno centro histórico de la capital de Nafarroa, busca reinventarse. Las jornadas celebradas por la Red Comunitaria AZ en Plazara! han formado a los comerciantes y vecinos para pensar propuestas con el objetivo de renovar el espacio, evitar la «gourmetización» y convertir el mercado en una zona vecinal y comunitaria. Ilargi Avila {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} La Navidad ya está en Iruñea y también en el mercado de Santo Domingo, ubicado en pleno centro del barrio de Alde Zaharra. Pese a que los puestos del interior ya han decorado el espacio con espumillones y lazos rojos, lo cierto es que el mercado no se encuentra en su mejor momento. El número de puestos que hay en el interior del centenario edificio ha ido decreciendo poco a poco hasta convertirse en un tercio de lo que hubo antiguamente. Ya sea por la gentrificación, por la pérdida de costumbres o por la falta de relevo generacional, esta situación de disminución de comerciantes y compradores lleva sucediendo varios años, poniendo en riesgo el modelo de mercado vecinal tal y como se conocía. Los comerciantes y los compradores fieles se han mostrado preocupados y, con el apoyo de la Red Comunitaria AZ, han formado una asamblea ciudadana y han puesto en marcha una iniciativa mediante la que han debatido sobre el futuro del mercado de Santo Domingo. Asimismo, han podido adquirir conocimientos relacionados con el problema gracias a las intervenciones tanto de profesores universitarios como de colaboradores. Las propuestas y recomendaciones para reinventar el espacio han sido muy variadas y han servido a los comerciantes para pensar alternativas que puedan asegurar la continuidad del mercado, mantenerlo vivo, centrado en el servicio a la ciudadanía y evitar la temida “gourmetización” y turistificación. ORIGEN Y DESARROLLO DEL MERCADO El edificio del actual mercado fue construido en el año 1877, pero su origen se remonta al siglo XVI, cuando en 1556 se creó el mercado general de la ciudad. Allí se congregaban campesinos y agricultores con la intención de vender y adquirir alimentos de todo tipo. Desde entonces, se han dado muchos cambios importantes que le han dado forma al mercado de Santo Domingo, hasta convertirlo en el que existe en la actualidad. Comenzaron por instalarlo en el interior de El Pósito, un edificio de grandes dimensiones que se inauguró en 1769. Los puestos con productos de origen animal ocupaban el mayor espacio de la planta baja, con tres alas reservadas para las carnicerías y pescaderías. La cuarta ala estaba destinada a puestos de verduras y otros comestibles. No fue hasta 1862, casi 100 años después, que el edificio entero pasó a ser mercado de abastos. Doce años más tarde fue arrasado por un incendio, siendo esta la principal razón por la que se edificó en 1877 el actual mercado, en el mismo solar. Corderos de la Cuenca en el mercado de Santo Domingo. 1930-12-24 José Galle Gallego | Fototeca del Archivo de Iruñea Hoy en día, el espacio destinado a puestos se ha visto reducido considerablemente para dar lugar a otra clase de servicios. En los últimos veinte años se han realizado algunas remodelaciones, como la instalación en 2004 del supermercado Eroski en la planta superior, así como las obras en 2014 para albergar en el ala oeste del recinto la sala de conciertos y discoteca Zentral. Los dos nuevos locales han tenido repercusión directa en la reducción del espacio del mercado, pero todavía hay lugar para puestos como el de Maitena Gorostiza o el de Edurne Urzaiz y Mari Paz Sola. Aunque el piso de abajo cuenta con la planta completa para albergar toda clase de puestos, muchos de ellos se encuentran vacíos. En esta planta permanecen los de César Salón y Maite Zabalza que, aunque continúan dando servicio, observan con mirada triste y resignada los cubículos cercanos con la persiana a medio cerrar. PRINCIPALES PROBLEMAS Según los comerciantes, son varias las razones que han generado la situación que afronta el mercado, como la pérdida de costumbres, el cambio en el estilo de vida, la amabilización de Alde Zaharra y la falta de relevo generacional. Mari Paz y Edurne, del puesto de lácteos Gaztaleku, aseguran que desde la pandemia ha habido un declive en el número de clientes, debido a que la situación forzó a muchas personas a cambiar sus hábitos de compra. Nerea Argaiz, de la cafetería El Zacatín, también considera que las costumbres han cambiado y lo atribuye al cambio en el estilo de vida. «Ahora vamos corriendo a todas partes. Los clientes creen más práctico hacer las compras de todo el mes a la vez y para eso prefieren ir a un centro comercial», explica. Maitena Gorostiza, dueña del puesto de pan y pastas Maitenaren Txokoa, opina igual que su compañera de mercado y añade que «a veces vivimos demasiado deprisa y no disfrutamos de hacer las cosas tranquilamente». Maite Zabalza, del puesto de frutas y verduras Zabalza, considera que la gente se ha «acomodado» a ir a comprar al supermercado y advierte también de que la mayoría de los clientes que acuden habitualmente al mercado de Santo Domingo son personas de la tercera edad. Los comerciantes creen, en ese sentido, que el declive del mercado puede deberse a una falta de relevo generacional, ya que, al retirarse los comerciantes veteranos, los puestos se quedan vacíos. Según Nerea, «los comerciantes se jubilan y los jóvenes no se atreven a coger los puestos». Varios puestos cerrados y vacíos en el mercado de Santo Domingo en Iruñea, decorados para recibir la Navidad. Jagoba Manterola | FOKU Maite cuenta cómo el puesto de verduras que pertenece a su familia, y cuyos productos proceden de las huertas de la Magdalena, no será heredado por sus sobrinos, puesto que estos «han decidido estudiar otras carreras y no quieren trabajar de lunes a domingo». «La gente ya no quiere ser autónoma, no quiere trabajar tantas horas, entonces se van cerrando puestos», explica, mirando hacia los puestos que se encuentran a la espera de acoger un nuevo negocio. GLOBALIZACIÓN E INDUSTRIALIZACIÓN ón En una de las jornadas de la asamblea ciudadana organizadas por AZ, la antropóloga Carmen Lozano explicaba que los procesos de globalización e industrialización han jugado un papel esencial en la pérdida de la costumbre de comprar en el mercado. Ambos fenómenos han aumentado la cantidad de alimentos a nuestra disposición, la variedad de los mismos e incluso su presentación. La globalización ha posibilitado adquirir alimentos de cualquier tipo y región del mundo, distanciando a los consumidores de los mercados tradicionales, lugares en los que habitualmente suelen encontrarse únicamente productos locales y de temporada. Igualmente, la industrialización tiene un impacto directo, ya que las fábricas que preparan y envasan los alimentos acostumbran a presentar sus productos en supermercados. Los dos fenómenos han generado que los consumidores abandonen la costumbre de acudir al mercado de abastos y llenen su cesta de la compra con productos artificiales en envases que protegen el alimento de los estragos del tiempo y del aire. A su vez, esta realidad ha desencadenado una creciente desconfianza bilateral, puesto que el productor no sabe quién consume sus productos y el consumidor no sabe quién hay detrás, ni a qué procesos se han sometido los alimentos que ingiere. Esta tendencia genera que actualmente el alimento se perciba como un objeto en el que se prioriza la estética y el valor simbólico por encima de la calidad nutritiva del producto. Resumidamente, podría decirse que hoy en día existe una separación entre los alimentos que se ven en los supermercados y los productos agrarios, y una infravaloración generalizada a los productos frescos. Por otro lado, el perfil de los consumidores que acuden al mercado está envejeciendo y se está reduciendo considerablemente. Según decía la antropóloga Carmen Lozano, los jóvenes están muy atraídos por los temas alimentarios pero, al no darse una transmisión de generación en generación sobre los códigos empleados en el mercado para comprar alimentos, la inseguridad les lleva a adquirir productos en lugares con menos necesidad de interacción social. El puesto de quesos Gaztaleku. Jagoba Manterola | FOKU PLAN COMIRUÑA Actualmente, el mercado lo gestiona la sociedad limitada compuesta por los comerciantes, pero pasará a otras manos en 2028. Varios miembros esperan impacientes a que la empresa Comiruña S.A. se encargue de su gestión y promoción, para lo que todavía faltan dos años. Con el mercado de Santo Domingo, la empresa controlaría los tres mercados municipales de Iruñea, razón por la que en abril de 2024 el director gerente de Comiruña, José María Elgorriaga, presentó un borrador que contenía el plan estratégico que contemplaba la posibilidad de especializar los tres mercados para que cada uno estuviera centrado en dar una oferta diferente. El mercado del Ensanche sería un mercado culinario; el de Ermitagaña, un mercado “fitness”; y el de Santo Domingo, un mercado “gourmet” y de marca navarra. La actual gerente del mercado de Alde Zaharra, Susana Frommknecht, explica el origen de esta idea. «Estamos en el recorrido del encierro, en el Camino de Santiago, así que es natural que la mayoría de los turistas pasen por la puerta del mercado». Sin embargo, la gerente no considera factible la propuesta, ya que cree «absurdo» intentar competir con la oferta hostelera del centro de Iruñea. «Nosotros tenemos un sector totalmente diferente y que también puede atraer mucho a los turistas: el producto fresco de la tierra», señala. La propuesta de convertir el mercado de Santo Domingo en un lugar de reclamo turístico tampoco ha gustado a los comerciantes. Maitena reconoce que son muchos los turistas que pasan por el mercado, pero añade que no suelen ser clientes. «Vienen, entran, miran y se van. En todo caso, a veces piden una pasta para comer por el camino. No se puede vivir de ellos», asegura. El puesto de pan y pastas Maitenaren Txokoa. Jagoba Manterola | FOKU Mari Paz, Edurne y Maitena están de acuerdo en que no quieren que su mercado se convierta en un espacio de comida gourmet, cuya principal clientela sean turistas. «A mí me apetece que sea un mercado como los de siempre. No quiero que sea un mercado turístico en el que pongan un restaurante para los turistas», reivindica Maitena. La dueña del puesto de pan y pastas resalta la importancia de mantener el histórico lugar como un mercado tradicional y de barrio para así evitar la “gourmetización”. «No queremos echar a los vecinos», añade. «GOURMETIZACIÓN» VS KM 0 La “gourmetización”, también conocida como elitización alimentaria, es un fenómeno que sucede al ofertar productos gastronómicos de una calidad superior o gourmet. El proceso suele darse con el objetivo de atraer a compradores interesados en adquirir productos lujosos, los cuales pertenecen a grupos de medio y alto poder adquisitivo y habitualmente son turistas. Para ello, se da una estetización de los productos y se suben los precios para dotar a los alimentos de un valor simbólico que se asocia con la exclusividad. El miedo que tienen los comerciantes del mercado de Santo Domingo a que el espacio se convierta en un punto de reclamo turístico está justificado, puesto que esta no sería la primera vez que el centro histórico de una ciudad acaba gentrificado. Los antiguos mercados de abastos de San Miguel (Madrid) y La Boquería (Barcelona) ya son de visita obligatoria para los miles de turistas que acuden a diario a estas dos grandes urbes. Esta situación ha resultado en que los comerciantes de aquellas urbes hayan tenido que ajustar su oferta a los gustos y demandas de los visitantes, en lugar de continuar administrando productos de primera necesidad a los vecinos de los barrios cercanos a donde se ubican. A los vendedores del mercado de Santo Domingo les preocupa tener que cambiar su oferta de productos frescos y kilómetro cero por cafés de especialidad y alimentos que proceden del otro lado del océano. Con el objetivo de continuar sirviendo a los vecinos del barrio de Alde Zaharra, los comerciantes se pusieron manos a la obra y contactaron con la red AZ, para proponer diversas iniciativas que ayuden a renovar el mercado más antiguo de la ciudad. Carnicería Abaurrea. Jagoba Manterola | FOKU PROPUESTAS AZ Mikel Gortari, miembro de AZ, recuerda el inicio del proceso de reflexión, el cual estaba basado en la participación de los afectados por la situación del mercado, a través de asambleas ciudadanas. A ellas asistieron algunos comerciantes, vecinos del barrio de Alde Zaharra, pero también de otras partes de la ciudad que sentían inquietud por el futuro de Santo Domingo. «Hemos organizado unas sesiones de preparación o formación para las personas asistentes y después los asambleístas han participado contribuyendo a desarrollar las propuestas y reflexiones con la información y los conocimientos adquiridos», cuenta Gortari. Según relata, comenzaron hablando sobre los procesos urbanos actuales, como la gentrificación y la turistificación, para continuar con las reflexiones. Gortari afirma que, entre algunas de las propuestas con mayor acogida por parte de los asambleístas, destacan la ampliación del horario del mercado, la puesta en marcha de un espacio comunitario y la creación de una figura relacional que sirva para hacer de puente entre la juventud y el mercado. Asimismo, los participantes también propusieron diferentes iniciativas para relacionar el mercado con las escuelas. Ahora toca aplicar alguna de las propuestas comentadas durante las asambleas para recuperar la unidad y la ilusión que antaño llenaba de vida este espacio, por lo menos hasta 2028, cuando el espacio pase a ser gestionado por Comiruña. Será la propia empresa la que decida si continúa implementando las ideas de los comerciantes. Tal vez durante estos próximos dos años el mercado de Santo Domingo florezca de nuevo en el centro de Iruñea, dando al centenario lugar una oportunidad para subsistir. «A mí me apetece que sea un mercado como los de siempre. No quiero que sea un mercado turístico en el que pongan un restaurante para los turistas. No queremos echar a los vecinos»