17 MAY. 2015 MIRADA AL MUNDO Las empresas se apuntan al «Gran Hermano» María Esperanza Sánchez {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} En la era digital, ya nos estamos acostumbrando a que las redes sociales rastreen buena parte de nuestras actividades, preferencias y maneras de ser. Y no es difícil imaginar que un potencial empleador trate de hacerse una idea de la personalidad de un posible futuro empleado con base en la información que ya está disponible digitalmente en la web. Pero ¿hasta qué punto estamos dispuestos a que nuestros jefes rastreen cada uno de nuestros movimientos y actividades, incluso cuando estamos en casa?Esto comienza a ser realidad en muchas empresas, que ya están utilizando wearables –tecnologías para llevar puestas– a fin de rastrear los hábitos y actividades de los empleados. Empresas como BP, ebay, Bank of America y, más recientemente, Coca-Cola incentivan a los empleados a utilizar brazaletes digitales para monitorear sus actividades diarias, incluyendo sus rutinas de ejercicios o sus horas de sueño, entre otros. En estos casos, utilizan estos dispositivos como parte de programas dirigidos a «mejorar la salud y el bienestar de sus trabajadores» y no necesariamente tienen acceso a los datos individuales. Pero las cifras generales son suficientes para hacer una correlación entre el bienestar de los empleados y la productividad.Y la tecnología también está empezando a ser utilizada para rastrear el desempeño de los empleados en el trabajo día a día. «La aplicación de esta tecnología está creciendo virtualmente en todos los sectores de la economía», comenta Chris Bauer, director de innovación de la Universidad Goldsmiths de Londres.Un ejemplo del uso de wearables para monitorear el desempeño en el trabajo está en la cadena de supermercados británica Tesco. En muchos de sus establecimientos, los empleados llevan brazaletes que rastrean sus movimientos, los productos que están manejando, pronostican el tiempo en el que deberían terminar una tarea y cuantifican al dedillo sus pasos entre los pasillos del supermercado. El brazalete ofrece retroalimentación instantánea a los empleados cuando una tarea ha sido completada en el tiempo determinado o los impulsa a apresurarse si no la han completado. Mientras, en Las Vegas (EEUU), los empleados de una tienda de sándwiches graban su rutina con el uso de las lentes de Google y luego sus jefes evalúan su desempeño con base en esa información.Todos monitorizados. Pero ¿funciona? ¿Hasta qué punto monitorear la actividad de los empleados puede mejorar su rendimiento? Unos dicen que sí, que funciona, y otros se llevan las manos a la cabeza.Los resultados preliminares de un estudio que encabezó el doctor Bauer sugieren que es positivo. En la investigación, se les pidió a unos 220 empleados de una agencia publicitaria británica que portaran tres tipos de dispositivos wearables: un brazalete medidor de la aceleración, un monitor de la actividad cerebral y un dispositivo para rastrear movimiento y postura. Además, los dispositivos rastreaban 24 horas al día otras cosas, como temperatura, exposición a la luz y patrones de sueño, entre otros aspectos. La información fue analizada para buscar tendencias y también para comparar indicadores como el rendimiento de los empleados. «Esto permitió obtener detalles muy específicos, como, por ejemplo, si la productividad mejoraba cuando los empleados salían fuera del edificio durante el almuerzo, en comparación con cuando permanecían dentro», señala Bauer. «También si los patrones de sueño tenían relación con el rendimiento en el trabajo al día siguiente». Según el investigador, como resultado de esto, la productividad aumentó en un 8,5% y la satisfacción en el trabajo en un 3,5%, aunque advierte de que estos datos son muy preliminares y no concluyentes.Otros expertos, sin embargo, dudan del impacto positivo de estos dispositivos en la productividad. Ethan Bernstein, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, señala que incluso pueden llegar a tener el efecto contrario, debido a lo que califica como «la paradoja de la transparencia». Bernstein señala que mantener a los trabajadores bajo observación puede reducir su efectividad en el trabajo. Plantea que, en vez de concentrarse en hacer un buen trabajo, los trabajadores pueden obsesionarse con cumplir con metas establecidas en esos sensores en vez de responder con creatividad y asumir riesgos.Y más allá de la discusión sobre si ayudan o no a la productividad, el uso de estos dispositivos puede abrir la puerta a un futuro similar al que plantea George Orwell en su novela “1984”, en la que se cuenta la historia de una persona que es observada 24 horas por “el Gran Hermano”. «Debe haber reglas claras para impedir que esta tecnología sea usada en detrimento de los empleados», comenta a la revista “New Scientist” Arthur Caplan, bioeticista de la Universidad de Nueva York.Y es que si dispositivos como los utilizados en la investigación de la Universidad Goldsmiths fueran usados 24 horas, como en ese caso, permitirían crear un perfil detallado de un empleado. No es difícil imaginar entonces a los jefes tomando decisiones sobre a quién despedir o a quién promover en base a la interpretación de esos datos. Y es difícil ver en este escenario «dónde termina la vida laboral del empleado y su vida privada», dice Caplan.Bauer, sin embargo, resalta que sería absurdo que las empresas no empiecen a utilizar los datos generados por estos dispositivos para decidir quién está en condiciones para pujar por «ese contrato millonario que la organización quiere ganar». Y pone como ejemplo el mundo de los deportes, donde se monitorea 24 horas a los atletas, tanto dentro como fuera del campo de juego, para aumentar su rendimiento. «De forma similar, vamos a ver el uso de esta tecnología en una amplia variedad de negocios», señaló Bauer, quien anticipa que esto va a ser parte integral del contrato de trabajo.Una propuesta que seguramente resulta muy atractiva para el mundo de los negocios, pero que pone los pelos de punta a muchos y en alerta a las organizaciones de defensa de derechos civiles y de los trabajadores.