06 MAR. 2016 CINE «Neruda» MIKEL INSAUSTI {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} En poco tiempo, el chileno Pablo Larraín se ha convertido en uno de los cineastas con mayor prestigio internacional, motivo por el que sus nuevos rodajes empiezan a ser seguidos con verdadero interés. Gracias a ello, está pudiendo embarcarse en proyectos cada vez más ambiciosos y “Neruda” es una costosa película de época que ha necesitado de la coproducción con Argentina, Estados Unidos, el Estado español y el Estado francés. A las localizaciones chilenas en Santiago, Valparaíso y la Araucanía, ha habido que añadirles las de Buenos Aires y París. Ha sido así porque esta ficción, que no quiere ser un «biopic» al uso, sigue el periplo geográfico del poeta cuando, a finales de los años 40, pasó a la clandestinidad hasta acabar en el exilio europeo. También respeta el orden cronológico de los hechos históricos, pero se permite una serie de licencias creativas inspiradas en la realidad, tal y como viene haciendo Larraín en sus películas con tanto éxito. A pesar de las dificultades que ha generado una producción tan complicada como “Neruda”, Larraín no tiene pensado descansar, ya que ha encadenado el final del rodaje de su sexto largometraje en París con su primera incursión en Hollywood. Se trata de “Jackie”, cuyo estreno tendrá que esperar hasta el próximo año y donde cuenta con la actriz Natalie Portman para dar vida a Jacqueline Kennedy. Tampoco va a ser el típico «biopic», al centrarse en los días posteriores a la muerte de JFK en 1963. Todo ha ido muy rápido para Larraín, que debutó hace apenas diez años con “Fuga” (2006), para darse a conocer en los festivales internacionales con su segundo largometraje “Tony Manero” (2008), una original visión de la represión social durante la dictadura y las formas de evasión mental más desesperadas. Con “Post Mortem” (2010) se adentró todavía más en el tema de los desaparecidos, desde una inusual perspectiva necromántica. La definitiva consagración le llegaría acto seguido con “No” (2012), que le valió el triunfo en Cannes dentro de la Quincena de Realizadores y la nominación al Óscar de Mejor Película de Habla No Inglesa. La consulta popular que sacó a Pinochet del Gobierno le sirvió para analizar la relación entre publicidad y propaganda política. Y todavía no nos hemos recuperado del impacto causado por su reciente “El club” (2015), ganadora del Oso de Plata en Berlín. Curiosamente, toca el tema de la inmunidad de la Iglesia católica chilena ante las acusaciones de abusos a menores, el mismo que aborda la película de Matías Lira “El bosque de Karadima” (2015), que ha servido al actor Luis Gnecco para encumbrarse en el papel del sacerdote Fernando Karadima, protegido por la alta sociedad chilena ante la ley. Y no parece casualidad que Larraín haya elegido a Gnecco para un papel tan comprometido como el de Pablo Neruda. Pero no está solo, porque el mexicano Gael García Bernal, en su segunda colaboración con el cineasta chileno tras protagonizar “No”, tiene un papel coprotagónico que establece un duelo interpretativo entre ambos gracias a sus personajes antagónicos y a la vez complementarios. En “Neruda”, García Bernal es Óscar Peluchonneau, el prefecto al que el presidente Gabriel González Videla encargó la persecución policial al poeta. En la película se convierte en su sombra y le sigue en su paso por la clandestinidad y el exilio, a consecuencia de la Ley Maldita, aplicada para prohibir el Partido Comunista y desaforar a Neruda, tras su comprometido discurso como senador en el Congreso. La ficción quiere que el mito del autor de “El canto general” se vaya construyendo en medio de una atmósfera de cine negro de los años 40, en cuanto fugitivo que establece un diálogo interno con su perseguidor. El suspense está asegurado con la participación como montador de Hervé Schneid, conocido por sus colaboraciones con Jean-Pierre Jeunet en su primera etapa.