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ARQUITECTURA

Primera necesidad


Amenudo se piensa en la arquitectura desde un punto de vista artístico, monumental o incluso mercantil, pero, por el contrario, hay arquitectos que reivindican el papel transformador de la disciplina, frente a aquéllos que quieren convertirla en un paradigma del lujo y el glamour. En el año 2008, después de las guerras que habían asolado Ruanda, se creó la oficina MASS Design Group para acometer el diseño y la construcción de un hospital en el distrito de Butaro, al norte del país, promovido por asociaciones europeas expertas en salud pública y el Ministerio de Salud de Ruanda. Desde entonces, y gracias al excelente resultado de aquella experiencia, el grupo MASS se ha expandido hasta ofrecer sus servicios en más de una docena de países de África y América, realizando un trabajo que supera a la propia arquitectura y abarca, además del diseño de edificios, la investigación, la política, la educación y la planificación estratégica principalmente en áreas en las que la administración pública no tiene recursos para poder realizar esa labor.

Su trabajo siempre se ha desarrollado desde la convicción de que la arquitectura no es neutral; puede ayudar, pero también puede ser perjudicial. En ese sentido, es un mecanismo que proyecta sus valores mucho más allá de las paredes de un edificio y que tiene capacidad de afectar a la vida de las comunidades y de las personas. Reconocer que esta actividad tiene este poder es también admitir que los edificios y la industria que los erige son los responsables en parte de las injusticias sociales, ya que no han sido utilizados como palancas fundamentales para mejorar las comunidades a las que sirven.

Uno de los últimos edificios realizados por MASS se encuentra en Haití y ha sido construido como un reto para frenar una de las epidemias que asola el país. El cólera es una enfermedad tratable, prevenible y que había sido erradicado en este país americano hasta que, a raíz del violento terremoto del año 2010, las infraestructuras de agua potable y saneamiento de la región quedaron destrozadas. Debido a la falta de estas redes, la enfermedad, que había permanecido durante siglos controlada, resurgió y se extendió rápidamente como una nube por todo el país. Desde el estallido de la epidemia días después del terremoto, los pacientes estaban siendo tratados de cólera en tiendas de campaña temporales, que presentan graves deficiencias, como la dificultad de mantenerlas calientes y ventiladas en un clima como el haitiano. Además, son prácticamente un foco de transmisión de la enfermedad, ya la deficiencia de los cierres impide garantizar la contención del virus en espacios concretos.

Esta circunstancia incurría claramente en una violación de los derechos humanos, en relación al derecho a una asistencia sanitaria digna. En asociación con el proveedor de cuidados sanitarios haitiano Ghesiko, la oficina internacional MASS decidió enfrentarse a la construcción de un edificio que no solo fuese un centro de tratamiento del cólera, dotado de la última tecnología sanitaria, sino que también una pieza clave y resistente frente a la propagación de la enfermedad. En ese sentido, se decidió incorporar al edificio una instalación de tratamiento de aguas negras para erradicar futuras contaminaciones de la capa freática de aguas potables, sistema por el que se extendió anteriormente la enfermedad.

El primer centro permanente para el tratamiento del cólera tiene una fachada metálica, que ha sido confeccionada por empresas locales de Haití como medida para incentivar el empleo de la región. La fachada ha sido diseñada como un traje a medida, para proporcionar una ventilación adecuada y una iluminación natural matizada en toda la instalación. MASS ha mantenido también una estrecha colaboración con los artesanos locales para producir los muebles que equipan la instalación y que han sido diseñados y adaptados para responder a las necesidades específicas de los pacientes de cólera.

Cuando se encuentre a máximo rendimiento, el centro para el tratamiento del cólera servirá a un área de influencia en la que residen 60.000 personas, que en su mayoría se encuentra en asentamientos informales y poblados improvisados desde el año 2010, por lo que el centro prevé tratar hasta 250.000 litros de aguas residuales al año, provenientes de estos asentamientos.

A pesar de las grandes cifras de personas que serán atendidas por el centro, las autoridades tienen documentados más de 736.000 casos de infección desde que en mayo de 2015 la zona fue declarada como área de alto riesgo infeccioso. Esta cruda realidad dibuja un panorama en el que la necesidad de los servicios de salud y de las infraestructuras públicas en toda la región está muy lejos de poder considerarse un lujo innecesario. Para hacer frente a esta necesidad imperiosa, el grupo MASS sigue explorando métodos e intervenciones a una escala mayor, con el fin de proveer de agua potable no contaminada por las redes de saneamiento y frenar así el brote que asola el país.

La arquitectura se aleja así de las leyes de la economía, el mercado, la moda o la apariencia para convertirse en una necesidad básica y en un elemento renovador del lugar en el que se asienta.