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ARQUITECTURA

Flexibilidad vernácula

La arquitectura vernácula se inspira en las edificaciones características de un sitio determinado. Un ejemplo de esta arquitectura cercano en el tiempo, puesto que finalizó en 2022, es la construcción de 19 viviendas de protección pública en Ibiza basándose en la típica casa payesa de la isla.

Fotografía exterior del bloque de 19 viviendas de protección pública. (José Hevia)

La arquitectura contemporánea recurre constantemente a lo vernáculo, tomando su conocimiento del lugar como punto de partida para reinterpretarlo y convertirlo en una herramienta fundamental del proceso proyectual. Las arquitecturas vernáculas, propias de cada lugar, se vinculan tradicionalmente al territorio y a sus condiciones específicas. Son el resultado de un aprendizaje colectivo transmitido de generación en generación y reflejan el paso del tiempo, la adaptación al clima y el uso de materiales y técnicas constructivas locales. Optimizan los recursos disponibles en cada contexto, ofreciendo soluciones que cubren necesidades básicas y funcionales integradas en el entorno.

En la isla de Ibiza, el paradigma de lo vernáculo es la casa payesa, una construcción rural que surge de un núcleo primigenio al que se iban sumando espacios a medida que la familia crecía. Inicialmente, constaba de un porche y una estancia para dormir, que garantizaba protección durante la noche. Conforme surgían nuevas necesidades, se incorporaba la cocina o la sala, desarrollando el conjunto en forma de L alrededor de un espacio central de porche o patio. La ampliación concéntrica daba lugar a una construcción dinámica y en constante expansión.

En 2022, el estudio de arquitectura Ripoll Tizón finalizó la construcción de 19 viviendas de protección pública en Ibiza para el IBAVI (Instituto Balear de la Vivienda). Situado en un límite difuso de la ciudad, el proyecto se emplaza en un tejido urbano que combina elementos tan dispares como edificios turísticos, bloques de viviendas y terrenos de cultivo. Ante la heterogeneidad del contexto, la estrategia de Pep Ripoll y Juan Miguel Tizón dialoga con el lugar, aportando una visión contemporánea de la tradición arquitectónica local.

Juegos cerámicos que articulan las diferentes zonas comunes del vaciado interior de la propuesta. (José Hevia)

El proyecto pone en valor la flexibilidad de la casa payesa tradicional ibicenca. Las viviendas, distribuidas en cinco plantas, se estructuran a partir de un módulo base cuadrado que alberga el acceso y la zona de estar-comedor-cocina. La expansión de la unidad residencial se consigue por adición de módulos menores (extensión del módulo inicial, dormitorio + baño, dormitorio + lavadero y dormitorio + circulación). A partir de múltiples combinaciones, se configuran 11 tipologías de viviendas diferentes, de uno, dos o tres dormitorios, versátiles y resilientes a las necesidades de los usuarios.

La pureza del aspecto exterior del bloque, con una volumetría blanca, huecos medidos con protecciones solares y espacios sombreados, supone una hermeticidad que contrasta con el interior, donde se abre un amplio espacio central que organiza el edificio. Este patio facilita la ventilación cruzada y la iluminación natural, a la vez que articula las áreas comunes y de circulación.

(José Hevia)

CERÁMICA, COLOR Y DISEÑO

El vaciado se caracteriza por el uso de la cerámica como elemento distintivo, dotando de calidez y dinamismo a los espacios colectivos mediante el color. Las zonas comunes y los accesos están pavimentados con una de las colecciones de baldosas de gres esmaltado de Ceràmica Ferrés, combinando diversos colores, formatos, piezas lisas y patrones geométricos. Esta materialidad se extiende al interior de las viviendas, donde el gres porcelánico se utiliza en pavimentos y revestimientos de las zonas húmedas, aportando durabilidad a las superficies y funcionando como recurso de diseño. Además, otra serie de piezas cerámicas tridimensionales se emplea para crear celosías reticulares. La propuesta material llevó al proyecto a ganar la categoría de Arquitectura en los Premios de Cerámica ASCER, destacando el papel de los diferentes juegos cerámicos para ordenar el vacío interior.

Se trata de una propuesta que recupera la esencia de la arquitectura rural ibicenca, adecuando las características de la casa payesa tradicional al entorno urbano actual. Las cualidades de lo vernáculo cobran vigencia en nuestros días, especialmente en el contexto de viviendas de protección pública, donde la versatilidad y la adaptación a distintos núcleos familiares son retos fundamentales a resolver.

(José Hevia)