7K - zazpika astekaria
GASTROTEKA

Me importa un pimiento

Estamos en temporada de pimientos y, aunque el titular parezca lo contrario, al chef de 7K los pimientos le importan y le gustan mucho. Hoy se centra en las variedades de esta hortaliza y sus distintas versiones, que ya se pueden adquirir en nuestros mercados y consumir en nuestra mesas.

(Getty)

La siguiente vez que alguien se os acerque con consejitos, sugerencias e impertinencias culinarias fuera de lugar o no solicitadas, responded con la boca bien llena: «me importa un pimiento». Además de explicaros el porqué y el origen de este refrán gastronómico -si un refrán tiene comida, se convierte por defecto en un refrán de familia culinaria-, toca hablar de esta maravillosa verdura, que ya ha llegado a nuestros mercados. De hecho, llegó hace algunas semanas, pero eso de pasearte por la azoka y poder escoger el pimiento que más nos importa es cosa de ahora. Y, si no sois muy fans del pimiento y estáis pensando en leer lo que viene muy por encima, solo os digo que me importa un pimiento. Y, como a mí me gusta, me flipa, me encanta, puedo deciros que un pimiento me importa. Por lo tanto, me surge una duda metalingüística, ¿puedo utilizar la expresión «me importa un pimiento» si para mí un pimiento es importante, ya que realmente me gusta? ¿Por qué se empeña la gente en mezclar refranes y gastronomía? Hay cosas con las que es mejor no jugar y hay mezclas que no hay que forzar. Y las cosas del comer, mejor, si son para comer.

He preguntado acerca del tema de hoy a Chat GPT -la RAE es demasiado formal para algunos temas-. Os confieso que estoy deseando experimentar con la inteligencia artificial y compartir algo con todos vosotros. No os voy a adelantar nada, porque perdería la gracia, pero llegará. Al lío, resulta que la expresión «me importa un pimiento» viene del mundo de la pintura de bodegones del siglo XVII, cuando los pintores no encontraban atractivo pintar pimientos por su superficie lisa y monótona, a diferencia de otras frutas y verduras. Por lo tanto, el pimiento se asoció con algo de poca utilidad o valor para los artistas, lo que llevó a la expresión a indicar que algo no tiene ninguna importancia. Por esta razón, el pimiento rara vez aparecía en los cuadros de la época, siendo considerado “inútil” para su arte. Cuidado con los artistas de la época. ¿Arte basado en la discriminación culinaria? No me gusta asociar o dar una connotación negativa a un producto, plato o ingrediente. Pero es cierto que contra la historia no se puede hacer nada. Intentaremos, si es que está en nuestras manos, que no nazcan nuevas expresiones y/o refranes culinarios que no merezcan la felicidad o el disfrute más absoluto. Y para esto lo mejor que podemos hacer es respetar el producto, cocinarlo rico y compartirlo con quien se lo merece.

Italiano, morrón, piquillo, de Gernika, de Ibarra, de las Landas… y seguro que alguna otra variedad que también se puede adquirir en nuestros mercados. Dentro de estas variedades, sus múltiples versiones pasan por ser macho o hembra, rojos, verdes, amarillos, dulces, picantes, pequeños y/o grandes. Pimientos los hay para todos los gustos, otra cosa es que nos importen más o menos… Yo con la única intención de hacer que visitéis vuestra azoka de confianza, os dejo algunas pistas para que os pongáis el delantal y apretéis en cocina, que más de uno ha vuelto un poco vago de las vacaciones. Vamos, delantal, buena música y un puñado de pimientos.

Gernika: Si elegís esta variedad, no os compliquéis la vida. Freíd unos dados de panceta adobada -unos taquitos de bacon-. Bien doraditos, mejor. Por otro lado, unos daditos de pan a modo de costrón. Fritos u horneados. Y, para terminar, unos pimientos de Gernika fritos el tiempo justo. Aceite a 190-200 grados y no más de 30-40 segundos. Os recomiendo que no cojan color tostado, pues la finura y el dulzor de cada bocado se puede convertir en un amargo no deseado. Pues eso, que solos están muy ricos, pero con pan y un poco de pecado, os importarán más.

Italianos rojos: Horno a tope, en casa. No más de 250 grados. Para los que tengáis hornos de última generación, calculad entre 230 y 250. Bandeja, aceite y sal. Dejad que se quemen, hasta que queden casi totalmente negros. ¡Ah! Y ventilad bien la casa, porque olerá a “quemado” rico, ya que el olor de un pimiento asado se expande rápido. Nada más sacarlos del horno, filmad la bandeja con cuidado de no quemaros y dejad que reposen al menos una hora. Peladlos con cuidado y colad el jugo que haya podido quedar en la bandeja. En una sartén, sofreís unos ajitos en láminas y, justo cuando hayan empezado a coger color, añadís el pimiento en tiras a la sartén. Rehogadlo unos segundos y, seguidamente, añadid el jugo que acabáis de colar. Dejad cocinar todo junto unos 15 minutos a fuego medio, poned a punto de sal y a gozar, familia. Con pan y un huevo frito…

Italianos verdes: Crudo, laminado fino y salado. Guardad los “aros” finos y salados en un túper durante unos 20 minutos en la nevera antes de usarlos. Mi recomendación para acompañar a los últimos tomates de la temporada. Pelados y cortados en rodajas con aceite, sal y, si me apuráis, una juliana de cebolleta. Lo dicho, todo esto, culminado con este pimiento verde italiano salado. Combinación sencilla, rica rica rica, que por primera vez probé en la sidrería Astarbe de Astigarraga. Enorme cocinero Hur Astarbe. Sublime la ensalada de tomate (y todo lo que prepara).

De Ibarra: Obviamente, no las podía dejar pasar. 2-3 dientes de ajo bien picados, un puñado de perejil fresco picado lo más fino posible. 8-10 piparras picadas en aros lo más finos posibles, salado y macerado todo junto unos minutos. Acompañado por una cucharada de vinagre de Jerez, otra de vinagre de sidra, una cucharada de vino blanco, 2 de aceite de oliva virgen extra y una punta de cucharilla de comino en polvo. Esta mezcla tras dos días en la nevera se convierte en el mejor condimento para cualquier carne o pescado, pero mejor carne. Asad unas paletillas de conejo salpimentadas, en el horno a 200º hasta que estén bien doradas y cocinadas. Sin dejar que se enfríen, mojadlas bien con esta mezcla y servidlas para comer con las manos. Al siguiente que escuche decir que lo que haya para comer o cenar le importa un pimiento, le preguntaré qué pimiento le importa más. A ponerse el delantal para preparar una de estas recetas y que alguien se atreva a decir que lo que hay para comer le importa un… On egin!