05 OCT. 2025 PANORAMIKA Dos voces «La viuda», de Aurelio Arteta, que pintó este cuadro hacia 1915. La obra forma parte de la muestra «Mujer, trabajo, familia» y fue adquirida por la Diputación Foral de Araba en 1975. (Cortesía del Museo de Bellas Artes de Araba) Iker Fidalgo {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} Una de las cualidades del arte, es la de ser capaz de asumir múltiples miradas sobre su propia manera de existir. Son varios los casos en los que conviven diversas voces en torno a una misma obra, proponiendo puntos de vista tan diferentes como complementarios. El comisariado de exposiciones permite poner en relación, como en el caso que nos ocupa hoy, piezas que componen una colección bajo una línea temática elegida. Esta operación proporciona un nuevo sentido y una nueva lectura a obras que, en esta ocasión concreta, actúan como disparadoras de significados. Coexisten entonces dos voces, la línea curatorial que facilita este espacio de intercambio y la capacidad de la propia pieza de hablar por sí misma. El Museo de Bellas Artes de Araba, en Gasteiz, inauguró el pasado abril, una exposición bajo el título “Mujer, trabajo, familia”, que podrá visitarse hasta la tercera semana de octubre. La pinacoteca alavesa, cuyos fondos datan principalmente de mediados del S.XIX a mediados del S.XX, propone un recorrido por más de una treintena de obras en las que la línea central es el papel de la mujer en dos ámbitos tan relevantes como el trabajo y el hogar familiar. De nuevo, entran en juego las dos voces. Quien pinta, retrata o inmortaliza junto a quien es pintada. En este caso, la mujer emerge como protagonista indiscutible pero, sin embargo, son pintores hombres los que firman las piezas, siendo ellos quienes eligen el qué y cómo se representa, dándonos quizás una visión sesgada del testimonio que en su momento decidieron hacer eterno. Es precisamente este hecho el que nos anuncia una línea narrativa en torno a la muestra que revela un hecho a tener en cuenta: las mujeres no desempeñaban labores creativas o no eran tomadas en serio por el mundo del arte, por lo que hoy son exclusivamente piezas masculinas las que nos cuentan cómo era la vida de ellas. La exposición se desarrolla en torno a tres subtítulos. El mundo rural, la mujer y el mar y la familia y los cuidados. Encontramos firmas como Fernando de Amárica, Pablo Uranga, Ignacio Díaz de Olano, Aurelio Arteta, Narciso Balenciaga o los hermanos Zubiaurre. Imágenes de corte costumbrista que, desde diferentes estilos, retratan la cotidianidad de la época. Piezas de diversa factura, a veces de finalización más impresionista y muy centradas en el uso de la luz, conviviendo con pinceladas más expresivas y paletas menos luminosas. “Mujer, trabajo, familia” es una exposición capaz de poner en relieve dos cuestiones. Por un lado, el valor de su colección y su papel como testimonio de una sociedad. Por otro lado, una reivindicación del papel de la mujer incluso mostrando la ausencia de su potencial creativo. Verla de cerca es, sin duda, un acierto.