02 NOV. 2025 N de Negocio Fotograma de la película «Las guerreras K-Pop», que arrasa entre el público infantil. Mariona Borrull {{^data.noClicksRemaining}} Para leer este artículo regístrate gratis o suscríbete ¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión REGÍSTRARME PARA LEER {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Se te han agotado los clicks Suscríbete {{/data.noClicksRemaining}} Las guerreras K-Pop” se estrenó en Netflix el 20 de junio y, desde entonces, se ha convertido en la película más vista de la compañía, con 325 millones de visualizaciones y superando “Alerta roja” por unos generosos veinte millones. Netflix ha crecido este tercer trimestre un 7,8% gracias al tirón coreano, que ha sostenido las suscripciones a pesar del aumento de precios y publicidad dentro de la plataforma. El fenómeno es transmedia: las HUNTR/X, el grupo de idols que protagoniza la película (una fábula amabilista sobre la diferencia, eso sí, con una banda sonora de K-Pop sin remilgos) se erigió en la primera formación de K-Pop en alcanzar el número 1 en el ranking de éxitos de Billboard, y los personajes ocupan los cinco disfraces de Halloween más buscados en Internet según Google Trends. 800 unidades en cinco días, a un mes de Halloween: en la popular tienda viguesa Don Disfraz, no veían agotar existencias con tal rapidez desde “El juego del calamar”. La primera ola del éxito llevó a Netflix a lanzar una versión sing-along en 1.700 cines de Estados Unidos durante un fin de semana a finales de agosto, y por Halloween la cadena Kinépolis traerá el sing-along durante tres días alrededor del Estado español. Netflix nunca fue particularmente reacio al estreno limitado en salas, siendo “limitado” la palabra clave en la ecuación; siempre apenas unos días y en cines concertados, como cualquier otro estreno técnico que aspire a competir durante la temporada de premios. Pero hoy el eslabón de la sala se siente más extraño que nunca, un estreno como otro producto cualquiera dentro de una enorme campaña de mercadotecnia. Un evento exclusivo y un reclamo para vender camisetas; el síntoma de la era “Sirât”, donde lo que se compra no es la película, sino la experiencia. Mattel y Hasbro anunciaron el 21 de octubre que habían sido sido nombrados co-licenciatarios globales de juguetes para la marca KPop Demon Hunters. Se trata de un acuerdo histórico: es la primera vez que vemos colaborar a los responsables de Másters del Universo y Barbie, con la compañía de Transformers, Peppa Pig y Monopoly (de momento, han anunciado un Monopoly temático). A la amplia gama de merchandising que puede adquirirse en la tienda oficial de Netflix, se le suman las líneas que preparan las grandes cadenas de ropa, así como “las experiencias en vivo, publicaciones, belleza, estilo de vida y gastronomía” que anticipó la plataforma. Me traigo las manos a la cabeza, aunque a estas alturas nada sorprende bajo el cielo del libre mercado. Resulta obvio que la estrategia de “el cine como evento”, tan aplaudida estos años, se ha reducido a otro anuncio más dentro de una monstruosa campaña en diagonal. El cine no puede ser un evento, limitado e irrepetible: la sala debe ser nuestro segundo gimnasio.