Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS
Periodista

Las elecciones

Las elecciones que van a tener lugar en el Estado español funcionan en su mayor parte con un lenguaje de mercadillo suburbano. Su estética verbal y su contenido político tienen un perfil lamentable. Solamente en Euskadi o en Catalunya aparecen en cantidad aceptable propuestas que invitan a reflexiones graves a un electorado que en la mayor parte de España está empobrecido por una cultura política de nivel lamentable. Los mítines constituyen algo parecido a una pedrea de barrio. Se practica el sarcasmo como si se tratara de echar mano de la ironía. Del humor no hay ni rastro. Los problemas profundos son obviados mediante descalificaciones personales de patio vecinal. Yo no reclamo unas brillantes exhibiciones verbales ni una demostración cultural que peque de retoricismo. Simplemente echo de menos una oratoria que suscite un deseo de pensar en común. Una voluntad de dar profundidad a la función pública. Repito lo que musito mil veces: que la estética del discurso, provoque una exigencia ética apropiada; que los actores incorporen el papel al menos con una elemental verosimilitud. El político español actual no sabe hablar porque no tiene nada que decir. Hablar sólidamente no exige todas esas técnicas que prodigan los «expertos» estultos. Si se tienen ideas sólidas sobre algo vital la oratoria surge rica y en orden.