Raimundo Fitero
DE REOJO

Cervantes

Alabada sea la obra íntegra de Miguel de Cervantes Saavedra, sea quién sea, el que así firmara. Alabados sean todos sus personajes inmortales, que han atravesado la historia y han creado géneros y prototipos para la literatura, la escena o la política. Debemos sufrir un año de arribistas y oportunistas cervantinos, de historiadores, especialistas y toda la fauna que se ha subido, de repente, a la chepa de una efeméride, los cuatrocientos años de su muerte. En la televisión lo vamos digiriendo con excesos varios que regurgitan buenas intenciones y tópicos encebollados que repiten demasiado tras su ingesta sobrecargada de intenciones de contextualización fallidas.

En el Congreso de los Diputados presidió una sesión un actor haciendo de Cervantes. Dijo algunas cosas sobre la realidad cultural y política. Fue un acto extraño, con los leones con gafas quevedianas, para convencernos de la falta de respeto al autor homenajeado y confundir al público en general. A la misma hora los dos niñatos en flor política más viejunos intentaban hacer, sin saberlo, de “Rinconete y Cortadillo”. El conocido como “El Veleta”, pero que se acostumbran a estancar siempre hacia el este más al este, o sea al fondo a la derecha con una ocurrencia antigua y fuera de cacho, nombrar a un independiente de presidente. El otro, “El Coletas”, demostrando una vez más que es una rémora para los movimientos populares, señalando a un periodista como manipulador para conseguir que toda la profesión le señale a él, como un ego pegado a un acondicionador de pelo con ideas muy confusas que huelen a laca.

Así transcurre admirado Miguel la vida en este lugar donde tu no-tumba se ha convertido en un lugar de peregrinaje turístico y en donde se lee tu obra magma por exhibición u obligación. Lo que es una clara atrocidad.