Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Monsieur Chocolat»

En la trastienda de la Belle Epoque

La excusa argumental que ha inspirado la nueva película del actor y director Roschdy Zem incluye un buen número de motivos para no perdérsela. Quizás por ese motivo, por ese surtido de temas que planean alrededor de la trama central, la película no alcanza un mejor acabado. Partiendo de la base de lo atractivo que podría resultar adentrarse en la trastienda de la siempre “sonriente” Belle Epoque parisina, el autor se limita a realizar un tímido esbozo de todos estos temas y sin profundizar en exceso en todos ellos. Otro tanto podría decirse de las fórmulas dramáticas que se alternan a lo largo del metraje y se muestran como típicos resortes para subrayar los estados de animo. Es decir, todo lo contrario a lo que pudimos visionar en la reciente “Madame Marguerite”, donde la tragedia y la comedia viajaban paralelamente.

Zem se sirve de la comedia para subrayar los episodios cómicos y los tintes dramáticos se amoldan a los trágicos dando como resultado un poco elaborado conjunto que lastra por completo la valentía de una historia que merece ser filmada, la crónica vital y profesional de Rafael Padilla, payaso negro conocido como “Chocolat” y modelo ocasional de Tolouse-Lautrec, que a comienzos del siglo XX triunfó en el vodevil junto al británico George Footitt. Diferenciada en dos partes, la primera nos adentra en ese universo de tristeza y melancolía que emana de ese modelo circense que mostraba fenómenos y risas forzadas ocultas tras el maquillaje. Es una lástima que el filme no apostara dsde el principio por una fórmula y que haya pretendido abarcar tantos flecos porque, por culpa de unos dichosos flashbacks que pretenden subrayar el aspecto más trágico de la función mostrando el pasado esclavista del protagonista, por el camino se quedan las excelentes aportaciones que realiza el personaje interpretado por James Thierrée, símbolo de quienes son machacados por la doble moral de la sociedad.