Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Homenaje unitario en la Huella de Artxanda a los gudaris y milicianos

Cientos de personas participaron ayer al mediodía en Artxanda, ante la escultura Aterpe 1936, en el homenaje que las fundaciones Sabino Arana, Eusko Lurra, Ramón Rubial, Manu Robles Arangiz, Libertaria Luis Arrieta e Idi Ezkerra tributaron a gudaris y milicianos que combatieron a los franquistas en defensa de la democracia y la libertad.

Como sucedió hace una década cuando se erigió la escultura Aterpe 1936 en Artxanda, todas las organizaciones que lo hicieron posible se reunieron en torno a ella para homenajear a gudaris y milicianos. Al acto, además de una amplia representación política, sindical e institucional, acudieron algunos de los supervivientes de aquella generación que sacrificó su vida y familiares de otros fallecidos.

El homenaje, que coincidió con el 79º aniversario de la toma de Bilbo por las tropas de Franco, comenzó a los sones de la txalaparta, a la que siguió el aurresku de honor a gudaris y milicianos, entre los que se encontraban Jose Moreno, Manuel Sagastibeltza, Luis Ortiz Alfau y el más veterano de ellos, Juan Miguel Vidal, de 100 años, gudari del batallón Simón Bolívar. Los tres primeros, junto con el sobrino nieto del sacerdote Jose Sagarna, natural de Zeanuri que fue fusilado por los sublevados, han recibido un exhorto para declarar ante la juez argentina María Servini de Cubria por la querella contra el franquismo.

Arropados por la obra de Juan Novella, tomó la palabra en euskara Carmen Retenaga, hija de miliciano, y en castellano el gudari Jose Moreno, de 97 años. Ante el monumento que levantaron hace una década, renovaron el espíritu de unidad y la obligación de honrar la memoria de todas las personas que defendieron las libertades en la guerra y la dictadura, «y quienes lucharon contra el fascismo y lo arriesgaron todo por los ideales de un pueblo».

Retenaga y Moreno incidieron en que la elección del lugar donde se alza Aterpe 1936 no es baladí, pues allí combatieron compañeros suyos, unos cayeron muertos y otros prisioneros de los fascistas. Después de lo vivido, insistieron en transmitir a las futuras generaciones las razones de aquel compromiso.

Al tiempo, reivindicaron «verdad, justicia y reparación, junto con las garantías de no repetición para quienes sufrieron el genocidio franquista y todo tipo de crímenes de lesa humanidad», pues consideran que «es la única garantía de que la impunidad de los responsables no provocará ni en el presente ni en el futuro hechos similares».

«El futuro no debe construirse nunca ni sobre el olvido de decenas de miles de personas asesinadas, torturadas y desaparecidas, ni sobre el rencor ni la impunidad de quienes fueron responsables. Las heridas –defendieron– deben cicatrizar, pero eso solo ocurrirá si la verdad y la justicia se extienden sobre los crímenes del franquismo y la reparación alcanza a todas las víctimas».