Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Disparos

La historia se repite muy a menudo. Lo que parecen viejos temas, viejos conflictos, reviven día sí y día no. No creo en el fin de la historia. Ningún debate acaba de cerrarse y, mal que nos pese, ningún debate queda superado, al menos del todo. ¿Han avanzado tanto las relaciones entre seres humanos como para zanjar discusiones sobre nuestro modo de vida? ¿Nuestras relaciones han dejado atrás la inculcación de los «derechos humanos»? ¿Qué definimos como derechos humanos? La tortura no ha desaparecido, los asesinatos políticos (incluyo la violencia machista) tampoco. Más allá de esas puntas de iceberg, de lo extremo y reconocido, lo peor queda oculto, ignorado e, incluso, no entendido como conculcación de los derechos elementales. Solo cuando la casa arde y vemos el humo, parece que el problema existe, el resto del tiempo vivimos en tolerancia con las agresiones fantasmas, miramos hacia otro lado consciente o inconscientemente porque la vida nos arrastra en su dinámica loca. Merecemos algo mejor. No deseo una sociedad en la que solo nos alarmemos ante la noticia de que un hombre dispara debajo de la casa de su excompañera sentimental. No quiero vivir en una sociedad que cree que estoy a gusto con una bota encima de la cabeza y que si trato de rebelarme me define como violenta. Como mujer quiero algo mejor para mí y para las que vengan. El debate sigue abierto.