A. INTXUSTA
IRUÑEA

Iruñea inicia la fiesta dejando claro que en el txupinazo no se tolera la censura

El cohete salió volando a mediodía entre el rugido de una plaza que se llenó de banderas reclamando el retorno de los presos vascos y el fin de la dispersión. La decisión judicial de impedir que la ikurriña ondeara en el balcón del Ayuntamiento fue respondida por sanfermineros que entraron con decenas de banderas y desplegaron una ikurriña gigante. También destacó una enorme pancarta negra reivindicando la autodefensa feminista.

Iruñea nació desobediente y, por mucho que se empeñen jueces y curas, los sanfermines son para hacer saltar por los aires todas las normas y censuras que se quieren imponer sobre los iruindarras. Un quinto mástil vacío se hizo un hueco entre las banderas oficiales de la ciudad para guardarle el sitio a la ikurriña prohibida. Si alguien pensaba que la decisión del juez iba a robar protagonismo a la enseña y que se había logrado amordazar a la capital de los vascos, pronto se llevó un buen disgusto. Porque el txupinazo se convirtió una vez más en un festival reivindicativo.

Bajo la lluvia de sangría barata, pronto se alzaron dos mástiles extensibles con una pancarta gigantesca con toda una declaración de amor. «Maite zaituztegu. Dispertsiorik ez» podía leerse sobre un fondo blanco. A su lado, brotando de la marea humana, se asomó enseguida una segunda pancarta roja con el escudo de Nafarroa sin corona borbónica y la palabra “Independentzia”, también erguida sobre cañas a modo de mástiles.

Desde las balconadas se podía ver cómo avanzaba por el centro de la plaza un grupo de personas con ikurriñas de mano. Las cámaras de Televisión Española rehuían incómodas las imágenes generales de la gente que esperaba la salida de Jesús Ilundain, El Tuli, al balcón para prender la mecha de las fiestas. En ese momento fue cuando apareció de la nada otra ikurriña gigante y una segunda bandera con el mapa reivindicando el regreso de los presos vascos. Remataba la escena una segunda bandera de Nafarroa gigante, pero esta sujeta en horizontal por decenas de personas.

Buena parte de quienes están detrás de esta acción entró sobre las 11.30 horas a la plaza entre gritos de “Independenzia” y “Gora Borroka feminista”. Porque durante las fiestas de Iruñea la lucha contra las agresiones sexistas y su erradicación está siendo uno de los grandes caballos de batalla del movimiento popular. Y, como es lógico, eso también tuvo un reflejo en la plaza del Ayuntamiento, donde apareció otra enseña gigante –la mayor de todas las exhibidas– de color negro en la que podía leerse ‘‘Autodefentsa feminista’’.

También El Tuli primer lanzador del txupinazo por votación popular, quiso tener un guiño para reivindicar el papel de la mujer en las fiestas. Este eterno mozo de peña de 85 años había prometido que haría el arranque de fiestas «tradicional».

Sin embargo, cuando llegó el momento gritó lo primero «pamplonesas» y, según explicó después, fue un gesto hacia las mujeres y en contra de las agresiones sexistas. «Quiero que cuenten conmigo para lo que sea», se ofreció el lanzador. El brindis concreto que utilizó fue: «Pamplonesas, pamploneses, ¡viva San Fermín! Iruindarrok, gora San Fermín».

Una vez voló el cohete y la marabunta se anudó los pañuelos al cuello apareció la ikurriña en la balconada del Ayuntamiento. La sacaron en alto concejales agitándola en plena euforia. También se desplegó otra bandera dando la bienvenida a los refugiados. Los ediles de UPN, por su parte, prefirieron quedarse en su propio balcón y recibieron gritos de “UPN kanpora’’ desde la plaza.

Así las cosas, acabó asomándose una especie de astronauta a unos de los balcones más altos de la Casa Consistorial. Desde allí desplegó una pancarta en la que se leía “Welcome Mr. Obama. Pamplona Rebel City”. Nadie reivindicó después esta protesta absurda que, a diferencia del resto de acciones, sí que requirió de colaboración interna.

Como todos los años, minutos después de las doce, las puertas del Ayuntamiento se abrieron para que los gaiteros municipales entraran en cuña en la plaza a esparcir al personal por las calles de Alde Zaharra.

El alcalde, Joseba Asiron, aprovechó para mandar un abrazo a todos los que, por distintos motivos, no pueden estar en Iruñea disfrutando de las fiestas.