Raimundo Fitero
DE REOJO

Pellizco

Hay días en que la sombra nos precede. Las páginas de la agenda se amarillean, nacen unos bulbos de nostalgia que sedimentan un horror al vacío, a la ausencia, a la falta de ese gesto que te reafirme. No, no estoy en estado de levitación poética. Me siento angustiado por el paso del tiempo, por las noticias de las muertes de tantos seres conocidos, amigos o saludados, pero a los que uno siente como propios a la hora de estructurar un obituario.

Dos personas que han dejado rastros de significancia en la construcción de un mundo mejor, más justo, más bello, más solidario. Doris Benegas y José Meneses. Abogada y política junto a cantaor de raigambre y compromiso político. Me suenan igual sus conceptos básicos de la vida y el amor. De la forma de mirar al otro, de intentar comprenderlo y ayudar en el tránsito, en el camino que se bifurcará pronto, pero que seguro retorna a un punto de encuentro: la libertad. Compromiso vital para entregarse a una labor de concienciación desde lo social y lo político para advertir de la necesidad de crear ese hombre nuevo, esa esperanza de un mundo que acabe con las desigualdades y las injusticias. Esa sociedad más acorde con nuestros sueños y que alguna vez pareció la teníamos al alcance de los dedos, pero de la que hoy parecemos alejarnos sin remisión. Este remordimiento de fracaso, este pellizco en la memoria que suena como una saeta castellana, seca, impregnada de la voluntad de la alegría de ver nacer una flor en los jardines de un paraíso al que alguna vez visitaremos acompañados por los acordes de un arpa silente.

La conjunción del arte, el cante jondo y la defensa de los reos, la unión frente a los poderes ominosos forman hoy en mi dolorosa añoranza un epitafio de ejemplaridad con los rastros del humanismo que una vez inspiró al comunismo.