Raimundo Fitero
DE REOJO

Olimpo

Hoy dan comienzo en Río de Janeiro los Juegos Olímpicos en un contexto socio-económico y político desconcertante. Brasil parece estar en una fase de descomposición y este evento de repercusión mundial no va a ser otra cosa que un paréntesis para agravar las contradicciones. Cuando se apague el pebetero olímpico va a llegar una noche larga. Aflorarán los socavones tapados con oropeles, cañerías sin reparar, las desigualdades, el desgobierno va a producir daños colaterales y serán los más desfavorecidos quienes pagarán antes sus consecuencias.

De todas las informaciones que se nos han ido filtrando en estos días previos, con los datos que desde cada lugar se focalizan en sus atletas, los abanderados, las posibilidades de optar y ganar medallas de metales valiosos, los lugares de residencia con una Villa Olímpica que algunas delegaciones han rechazado, una sorprende de manera especial por su profundidad y por la manera que se nos ha mostrado, como si se tratara de algo consustancial. La prostitución.

Reportajes en las que se nos cuenta cómo muchas mujeres de todo el Brasil han acudido a Río para ejercer la prostitución en estos días olímpicos, con lo que hay varios asuntos concomitantes entre ellos y se da por supuesto que muchos de los turistas olímpicos van a ser consumidores de putas. ¿Solamente de putas? ¿Tanta va a ser la demanda?

Pues no queda claro porque acaba de salir una especie de nota de las putas diciendo que los turistas olímpicos no parecen haber llegado con muchas ganas de gastarse sus reales en ellas. ¿Competencia desleal, pérdida de deseo? Es una aberración que se trate la prostitución como un hecho económico sin entender lo que tiene de explotación. Pero he contribuido a ello. Que los dioses del Olimpo me lo perdonen.