Mikel INSAUSTI
EL CASO FISCHER

La partida del siglo tensada por la Guerra Fría

Hay ocasiones en las que una película modesta se ve favorecida comercialmente por la polémica que suscita, algo perfectamente aplicable a “Pawn Sacrifice”, que tuvo un muy recortado presupuesto de apenas dos millones y medio de dólares, y que en los EEUU ha recaudado unos veinte. Ello supone la recuperación de Edward Zwick como director, a quien le ha costado rehacerse de su exitoso inicio con el drama histórico “Tiempos de gloria” (1989), que recibió tres premios Óscar. El tipo de cine que viene practicando quiere contentar sobre todo a la audiencia de su país, pero su última realización se ha encontrado con las duras críticas del sector ajedrecista.

En el mundo del ajedrez Bobby Fischer es reverenciado como un genio irrepetible, mientras que esta versión cinematográfica de la parte más conocida públicamente de su vida no hace ascos a la interpretación sensacionalista, según la cual se trataría de un tipo maniático que acabó siendo un “juguete roto”. La caractrización de Toby Maguire incide en esa locura, en cuanto persona asocial que sabía desenvolverse ante un tablero de ajedrez, pero que en el mundo real tenía dificultades para relacionarse con normalidad.

Desde el punto genérico, por encima incluso del drama biográfico, “Pawn Sacrifice” apunta hacia el cine de Hollywood sobre la Guerra Fría. El título en la versión original se refiere metafóricamente a la jugada del “sacrificio del peón” para ilustrar la utilización política que se hizo del campeón en su enfrentamiento con el soviético Boris Spassky, interpretado por un Liev Schreider que trabaja a fondo el acento ruso.

Se disputaron el campeonato mundial en julio de 1972, aunque en el frío terreno neutral de Islandia. La prensa anglosajona convirtió aquellas partidas en un pulso entre los EEUU y la URSS por el control mundial.