M.I.
NUNCA APAGUES LA LUZ

De un original corto a la típica cinta de fantasmas

E n su faceta de productor James Wan fue a fijarse en el cortometraje sueco “Lights Out” (2013), que batió todos los récords de visitas para una pieza breve terrorífica en Youtube. Y le honra su afán por descubrir nuevos talentos para un género cada vez más agotado, pero de momento parece difícil que David F. Sandberg vaya a seguir su estela, o mucho menos que vaya a arrebatarle su corona como maestro actual del susto. El problema reside en que la versión original no era más que un planteamiento puramente visual de una idea abstracta basada en el miedo a la oscuridad, que al materializarse en un guion covencional, el que ha escrito Eric Heisserer, abunda en tópicos y lugares comunes de las películas de fantasmas, sobre todo de las japonesas. Y aún así el desarrollo argumental apenas da para ochenta forzados minutos. Pero la fórmula Blum es infalible y siempre resulta rentable. “Nunca apagues la luz” ha costado por debajo de los cinco millones de dólares y lleva ya recaudados unos sesenta.

Lo que ha hecho el guionista Heisserer es simplemente multiplicar esa escena de “enciendo la luz (no hay fantasma), apago la luz (aparece el fantasma)” a modo de sustos que van jalonando un drama familiar al uso, donde la desestructuración se debe a oscuros traumas del pasado de los protagonistas.