Nerea GOTI
EN LA DESPEDIDA DE MARIJAIA

VÉRTIGO Y PERICIA FESTIVA HASTA EL FINAL

BUENAS DOSIS DE VÉRTIGO Y PERICIA FESTIVA ACOMPAñARON LAS ÚLTIMAS HORAS DE REINADO DE MARIJAIA, EMPEZANDO POR LA VELOCIDAD CUESTA ABAJO EN ZABALBIDE, SIGUIENDO CON ALTURAS DE GIGANTE Y HASTA SOBRE UNA RESBALADIZA KUKAñA. SE ACABÓ, PERO JURAN QUE FUE «DIVERTIDO» E «INTENSO».

Como si los días de fiesta no pesaran, lo mismo se tiran cuesta abajo en cualquier artilugio con ruedas que caminan sobre un tronco por una bandera para acabar en la Ría. La primera dosis de adrenalina llegó en Atxuri, en la sinuosa y pronunciada Zabalbide, con el III Open de Goitiberas que organizan las comparsas, valedero para el Campeonato de Euskadi. Se inscribieron 33 participantes, que se las vieron con un recorrido con tradición en estas pruebas en Bilbo y con buenos ingredientes: pendiente y curvas, a devir de los pilotos.

Los mejores tiempos fueron para Jacobo Bastos, en modalidad neumática; Bergoi Zuaza, en ligeras (similares a las bicicletas y de tipo skeleton); Mantzanillo Racing, en drift trike (triciclos), y Trokan Behera, en rodamientos. Los mutrikuarras Oier Mendizabal y Jon Calvo, que tras bajar en Bilbo se preparan para la prueba del próximo domingo en Trapagaran, y Maddi Gutierrez de Bergara, fueron algunos de los pilotos que confirieron el perfil más técnico a la prueba, tan aplaudidos como quines se dejaron arrastrar por la inercia con el único objetivo de disfrutar «a tope» de la bajada. Especialmente aplaudidos fueron en esta ‘modalidad’ más festiva que técnica, Litu, Modesto e Inazio, tres bilbainos que vistieron ayer por primera vez casco y txapela al mismo tiempo y repetirían «sin duda». Bajaron con una goitibera clásica de madera y rodamientos confeccionada en casa «como las de toda la vida». Reconocieron que uno de los rodamientos no aguantó tuvieron que repararlo in situ, y aun así o precisamente porque eso también les hizo reír y empatizar con el público, animaron a la gente y alas comparsas a repetir, porque «esto hace mucho ruido, pero no coges mucha velocidad y es muy divertido».

También las participantes más pequeñas, Maider Lázaro y Ane Irabien, fueron muy animadas por el público. Lázaro, que participa acompañada de su padre, ya es la segunda vez que participa en el open de las comparsas y también repetiría aunque no le gusten «mucho» las curvas.

Entre derrapes y ruido de rodamientos sobre el asfalto, los gaiteros paseaban por el Casco Viejo gigantes llegados de distintos puntos de Euskal Herria, que acabaron concentrándose, como es costumbre, en el Arenal, para el tradicional posado ante las cámaras y los más pequeños, que pueden aprovechar para verlos de cerca.

A los 14 gigantes deustuarras de Ondalan, se sumaron ayer los procedentes de Bermeo, Donostia, Kanbo, Sanduzelai y Txantrea, además del de Txomin Barullo, que ya baila junto a los demás desde las alturas. Los más grandes acaparan los focos de las cámaras, pero los pequeños gigantes con los que Ondalan hace escuela fueron muy apreciados para los más pequeños. Con ellos desarrollan talleres de ensayo los domingo durante el curso, además del celebrado este pasado julio.

La Ría, «muy buena»

Después de sofocantes jornadas festivas, la de ayer no era precisamente la que más invitaba a zambullirse en una castigada Ría después de tantos días de fiesta y, sin embargo, algo más de 20 personas se pasearon por la kukaña apostada junto a Altxa Porrue.

Un atestado puente del Arenal no se quiso perder una de esas tradicionales pruebas comparseras, a las que ayer se sumó un visitante en la ciudad, que no se deshizo más que de calzado y camiseta para subirse sobre el resbaladizo tronco.

Hubo notable participación de Piztiak y Kaskagorri, pero también a nivel individual. Es el caso de Gaizka Arbeloa, natural de Caracas, pero vecino de Bilbo desde hace años, que aun habiendo sido un habitual de kukañas como la de Bilbi, no haber participado en los dos últimos años le tenía ayer «acojonadísimo». «Lo de sumergirse no me preocupa, lo peor es el agarre, encontrar un punto de apoyo», comentó. Tampoco se amilanaron ante la adversidad Félix, el más veterano de los participantes, y Sergio, su hijo. Es el tercer año que se suben al tronco, según resalta Félix, habitual en otros campeonatos como el de rana y tiragomas.

Sobre las aguas se vio de todo, caídas que hacían cubrirse la vista y ganas de desertar entre quienes esperaban su primer turno. Pasada la primera zambullida, (se necesitaron tres tandas para acceder al banderín), el miedo pareció desaparecer y hasta se notó cierta soltura en las dos tandas posteriores y elogios a la Ría. El agua estaba ayer, al parecer, «muy buena», quizás preparada para el último paseo de Marijaia a la luz de la luna y junto a las txosnas.