El expresidente israelí Simon Peres fue enterrado ayer en Jerusalén en una ceremonia de Estado que reunió a decenas de líderes mundiales en medio de un gran despliegue de seguridad, y se convirtió en un escenario de actividad diplomática. Noventa delegaciones de setenta países asistieron al funeral y homenaje en el que el presidente de EEUU, Barack Obama, exhortó a los israelíes a recoger el testigo de Peres y volver al fracasado proceso de paz.

«Nuestra presencia aquí es un gesto y un recordatorio de que la paz es un asunto no terminado», proclamó Obama, quien atribuyó al difunto que la frase d que «el pueblo judío no ha nacido para gobernar a otro pueblo». «Peres me dijo una vez que, desde su creación, el pueblo judío ha estado contra esclavos y amos (...) y que los palestinos deben ser tratados de igual a igual, porque ese era su sentido de justicia», declaró antes de describir el legado de quien describió como «el último de los líderes de la generación de los fundadores».

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sin embargo, replicó anteponiendo «la seguridad» de Israel a la paz. Netanyahu aprovechó la cita de líderes mundiales para mantener encuentros con el presidente francés, François Hollande, y el de Ucrania, Petro Poroshenko; el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y los ministros de Exteriores brasileño, Jose Serra y británico, Boris Johnson. Además, se entrevistó con el viceministro de Exteriores ruso, Mijail Bogdanov. Entre los presentes, se encontraba también el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, que protagonizó la imagen del apretón de manos con Netanyahu.

«Hace mucho tiempo que no nos vemos, mucho tiempo», le expresó Abbas en su saludo a Netanyahu, quien le agradeció haber asistido al funeral, en la primera vez que el dirigente palestino acude a Jerusalén de forma oficial desde 2010.

Hamas denunció que con la participación en el funeral, el presidente de la Autoridad Palestina (ANP) «traiciona la sangre palestina derramada».