Natxo MATXIN
OSASUNA

Demasiado sufrimiento para morir en la orilla

Los rojillos ofrecieron una imagen muy diferente a la que se esperaba. Fueron un conjunto al que le influyó notablemente la necesidad de ganar y, al ponerse por delante, quiso conservar la ventaja de modo erróneo.

OSASUNA 2

LAS PALMAS 2

 

Tampoco fue a la séptima. Osasuna estuvo a escasos minutos de conseguir su primera victoria liguera de la temporada, pero en uno de los últimos lances del partido, Las Palmas consiguió el empate en un embarullado corner. Demasiado sufrimiento para acabar muriendo en la orilla. Lo cierto es que la escuadra navarra jugó con fuego durante todo el encuentro y acabó quemándose, merced a una propuesta sobre el campo excesivamente conservadora.

Se había hablado en la víspera de que el equipo debía volver a recuperar su idiosincrasia, pero eso no ocurrió. Los rojillos fueron un bloque que no mordió arriba, sino que optó por resguardarse en propia área, muy metido atrás y dejando casi todo el campo al rival durante prácticamente los 90 minutos, una estrategia casi suicida, como así resultó, con mayor amargor si cabe por el momento en el que todo el frágil castillo de naipes se vino abajo.

El transcurso del partido estuvo determinado claramente por el penalti tempranero que transformó Roberto Torres. Para bien y para mal. Para bien, porque suponía el primer encuentro en el que la escuadra navarra se ponía por delante en el marcador. Para mal, porque a partir de ahí, los locales optaron por atrincherarse atrás, una estrategia que en Segunda daba sus frutos, pero en Primera puede ser derribada en cualquier lance aislado, dada la calidad de los jugadores que hay en el campo.

Sin duda, era una tarde de sufrimiento en todos los sentidos, tanto sobre el verde como en vestuarios. Las acometidas canarias –siete corners a favor de los isleños, solo en la primera parte– tenían en constante vilo a una grada que veía cómo su equipo se defendía con uñas y dientes, pero también padecía en cada combinación visitante.

Con un 5-4-1 sobre el verde, se intentaban tapar huecos, pero el rival los encontraba entre la línea zaguera y la medular para trenzar paredes y aproximarse con criterio al área anfitriona. Una colada de Míchel con buena respuesta de Nauzet, un tiro de Roque Mesa desviado por un rival y un cabezazo arriba de Aythami a la salida de un saque de esquina confirmaban el contumaz dominio amarillo.

A Osasuna le costaba horrores salir de su parcela, acogotado por una decisión más propia que por el empuje de un Las Palmas que, aún yendo por detrás en el electrónico, se sentía cómodo ante la nueva coyuntura, disponiendo de la pelota y encerrando al adversario. Un chut de Boateng, un toque con la zurda de Vicente Gómez sin dejar caer el cuero y una entrada por la derecha del primero, escorado, que tapó bien Nauzet en el primer palo, ponían más en valor el dominio visitante.

Paradójicamente, cuando más achuchaba el cuadro isleño, llegó el segundo premio para los rojillos. Cosas que suelen ocurrir en el fútbol. Una de las pocas salidas con criterio protagonizada por dos futbolistas con mayor poder de desequilibrio trajo consigo el inesperado 2-0. Roberto Torres condujo el esférico hasta una banda para, desde allí, proyectar el cuero con precisión a un Sergio León que había adoptado la forma de bala. El delantero andaluz volvió a dejar patente su calidad con otra jugada individual digna de mérito. Dos recortes preciosos para romper la cintura de la dupla de centrales y un remate entre las piernas de Lizoain.

Desilusión final

Ni siquiera la doble ventaja en el marcador hizo variar los planes. La diferencia permitía a Osasuna manejarse con mucho menos encorsetamiento, ser el conjunto que su hinchada espera en El Sadar, conservar el margen de error y, al mismo tiempo, meter miedo al contrario, presionando más arriba y generando también ocasiones propias.

Nada de ello ocurrió. La imagen volvió a ser rácana, atenazada, seguramente por la prioridad de obtener el primer triple, pero aplicando unos medios muy equivocados para llegar al fin perseguido. No tardó en demostrarlo el cuadro canario. Le bastaron apenas doce minutos para instalar un mayo grado de nerviosismo cuando obtuvo el 2-1 que recompensaba su afán por llevarse algo de Iruñea.

Instantes después, los anfitriones perdieron, además, a su mejor valedor en ataque. Un asfixiado Sergio León dejó su hueco a Jaime y, de paso, huérfano ya al ataque local. Setién movió piezas para apretar las tuercas más si cabe. Cada llegada canaria se convertía en una angustia. Un cabezazo de Aythami era abortado por la palomita de un renqueante Nauzet y un empalme de Boateng lo escupía la base del poste.

Y tanto llegó el cántaro a la fuente que, cuando ya casi se adivinaba el pitido final, el enésimo corner visitante provocó la desilusión y la desazón del graderío y de los jugadores, rendidos por el esfuerzo realizado, pero mal gestionado, en pro de un objetivo por el que habrá que seguir peleando, pero con otras armas, porque estas está claro que no son válidas. Ahora, quedan dos largas semanas por delante que deben servir, no para rumiar la pléyade de malos resultados –eso solo puede llevar a la desesperación– y sí para buscar un modelo de juego que recupere la identidad de un Osasuna al que le hemos visto desenvolverse con más autoridad.

 

Enrique Martín padece una «urgencia hipertensiva» y vuelve a ser hospitalizado

Enrique Martín sufrió una «urgencia hipertensiva», que le obligó a ser de nuevo hospitalizado. Coincidiendo con el momento en el que a Osasuna se le pitaba un penalti a favor en los primeros compases del choque, el técnico rojillo mostró síntomas de sufrir un fuerte dolor en el pecho, por lo que fue evacuado al interior del estadio de El Sadar.

Así, el preparador de Campanas permaneció durante todo el encuentro en el vestuario, tumbado en una camilla y acompañado por los servicios médicos del club, que detectaron unas «cifras altas de presión arterial». A la finalización del choque, se tomó la decisión de trasladarlo a la Clínica Universidad de Navarra para someterle a las pertinentes pruebas y determinar si tenía alguna relación con el episodio que ya padeció en mayo de 2015.

En aquel momento, apenas unos días después de que se convirtiese en el entrenador del primer equipo, tuvo un síndrome coronario agudo. Un «síntoma parececido» al que sufrió ayer, en palabras del presidente, Luis Sabalza, después de que finalizase el envite frente a Las Palmas.

El club, en todo caso, quiso quitar gravedad al asunto, al indicar que Martín se encontraba «bien» –el míster durmió en casa–, aunque se optó por que no ofreciese la rueda de prensa. En su lugar, el preparador físico del equipo, Juantxo Martín, analizó el empate frente al conjunto canario para indicar que la idea primigenia «era tapar el juego por dentro de Las Palmas y también apretar en la salida de sus centrales, pero con el 1-0 el equipo ha querido amarrar el resultado».

Reconoció que, dadas las circunstancias, el vestuario se encontraba «bastante jodido», tanto «porque teníamos los tres puntos y se nos han escapado en el descuento», como por la salud de su técnico. Por su parte, Quique Setién, se quejó de que la igualada «me sabe a poco».N.M.

 

Cuarto empate de Las Palmas en El Sadar iruindarra

Con el de ayer, Las Palmas consiguió su cuarto empate en la historia de enfrentamientos entre rojillos e isleños en El Sadar. Previamente, el conjunto canario también igualó en la 1982-83 (1-1), 1996-97 (1-1) –este resultado en la categoría de plata– y, por último, en la 2000-01, que acabó con un 3-3.

 

Clerc, Buñuel, Mérida y Kodro, los descartes

Carlos Clerc, Fran Mérida, Kenan Kodro y Aitor Buñuel fueron los descartes que finalmente decidió Enrique Martín de la convocatoria de 22 futbolistas que realizó el viernes. Por parte de Las Palmas, Quique Setién dejó en la grada a Araujo, noticia toda la semana por su positivo en un control de tráfico.