Joseba VIVANCO
Athletic

Aduriz, goles guipuzcoanos pero en rojiblanco

Aduriz adelanta a Ansola y está a 7 tantos de Igoa para ser en el máximo goleador guipuzcoano en Liga.

Estos días cumplía 45 años el último gran artillero que vistió la zamarra rojiblanca, Isma Urzaiz, un poderoso delantero centro que dejó una imborrable huella en San Mamés y algunos de cuyos ‘bacalaos’ permanecen muy vivos en la retina de la parroquia bilbaina. La búsqueda de esa pieza de vanguardia que culminara el engranaje de los leones es una constante histórica en el Athletic, ávido de arietes clásicos desde la propia cantera de Lezama como si por estos lares se trataran de una rara avis, cuya detección invita a exhalar aire a modo de alivio. El último suspiro ha venido motivado por el ‘debut’ del joven gernikarra Asier Villalibre, quién sabe si llamado a ser un día el sustituto de quien hoy, y estos últimos años, ha tomado la bandera que dejara Urzaiz y no quisiera en su día Fernando Llorente.

Aritz Aduriz sigue cubriendo etapas. Sigue sumando récords personales. Sigue haciendo goles, que es, en definitiva, lo que se espera de él, amén de sus otras cualidades. Su último pase a la red en La Rosaleda fue el gol 134 del donostiarra en la máxima categoría, de ellos 23 en las filas del Mallorca, 17 con el Valencia y el resto vistiendo la camiseta rojiblanca. Un tanto que le acerca un poco más a un récord muy particular, el de ser el máximo goleador guipuzcoano de la historia en Primera División. Así es. Ha superado al elgoibartarra Fernando Ansola, que alcanzó los 130 tantos, y sus miras están puestas ya en Silvestre Igoa, que llegó a los 141.

Uno y otro, Igoa y Ansola, tienen algunas cosas en común, no solo su capacidad anotadora, no solo que ambos vistieron los colores de la Real Sociedad, sino que tristemente a los dos la muerte les llegó de manera prematura. El primero nació en Añorga, empezó a dar patadas en el barrio del Antiguo y de la playa donostiarra acabó en el Valencia, empujado por la Guerra Civil. Ganó tres Ligas y una Copa, jugó el Mundial de Brasil, y de él destacaba, además de su carácter introvertido, su cabeceo en suspensión en el aire –¿les suena?–. Protagonizó una sonada espantada en 1950 y volvió a casa, a la Real, donde permaneció seis temporada, marcó 60 goles, hasta despedirse ya en el Granada con 36 años. Un sobrino suyo, Jon Igoa, llegó tambien a vestir de txuriurdin. Silvestre falleció a los 48 años de un derrame cerebral.

A los 46 murió de un tumor cerebral Fernando Ansola, quien pasó por las filas del Oviedo, Betis, también Valencia y finalmente la Real, donde militó sus cuatro últimas campañas hasta su retirada en 1975. El de Elgoibar dejó huella en Donostia, formando parte de la hornada de los Esnaola, Gorriti, Ormaetxea, Arzak, Boronat... Se retiró con 34 años, legando la responsabilidad del gol en Atotxa a otro nombre de leyenda entre la afición txuriurdin como fue Jesús Mari Satrustegi. La mejor definición de Ansola la dio uno de los miembros de la saga valenciana de fotógrafos apellidada Finezas: «Cuando Ansola choca contra un poste, en lugar de los camilleros salen corriendo los carpinteros».

Aritz Aduriz se sitúa entre uno y otro en el podio histórico de máximos goleadores guipuzcoanos en la Liga, y lo hace deseoso de acercarse aún más a Igoa en el derbi ante la Real. No en vano, de los hombres que presumiblemente pisarán San Mamés este domingo, el del Antiguo es el que más dianas acopia ante los realistas. El ‘zorro’ suma 5 tantos, uno de ellas vistiendo la camiseta del Valencia, e incluye un doblete, en 2006. Después le sigue Carlos Vela, con 4 al Athletic, uno de ellos con Osasuna. En las filas rojiblancas, Susaeta le ha hecho dos a la Real, también doblete en 2012, lo mismo que Iker Muniain, y curiosamente Raúl García sabe lo que es marcar a los donostiarras, igualmente dos goles, pero en los tiempos en que ‘Rulo’ defendía los colores osasunistas.