Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Pelé, el nacimiento de una leyenda»

Los inicios jugando descalzo en las favelas de Baurú

Se trata del tipo de gran producción con muchas pretensiones, que a la hora de su estreno pasa por las salas comerciales sin pena ni gloria, porque ha sido pensada desde Hollywood para el mercado anglosajón, donde siguen intentado promocionar lo que ellos llaman “soccer”. El productor Brian Grazer se ha aliado con el mismísimo Edson Arantes do Nascimento, que ejerce como coproductor y hace un pequeño cameo, para facturar un biopic idealizado de principio a fin, y que acaba siendo un cuento de miel sobre el niño de las favelas que empieza jugando descalzo en su Baurú natal, para fichar por el Santos a los 15 años y alcanzar la gloria deportiva de forma precoz e inspiradora.

La acción transcurre entre la debacle nacional que supuso para los brasileños el maracanazo de 1950 y el triunfo en el Mundial de Suecia en 1958. El protagonista, siendo todavía un mocoso que se cuela por los tejados para ver en los bares los partidos de la televisión en blanco y negro, jura a su padre que vengará la humillación sufrida. Y dicho y hecho, porque enseguida se pone al frente de la selección, y con 17 años lidera a la canarinha en su único y recordado campeonato conquistado en suelo europeo.

El problema al cantar las gestas del mítico pelotero está justo en la hagiografía personal, como si el fútbol fuera un deporte de logros individuales, cuando en realidad lo es de equipo y con una compleja puesta en escena estratégica detrás, sin la cual de nada serviría la habilidad o destreza en el manejo del balón por separado. Siento tener que ponerme en plan Valdano, pero es que es así. Para colmo se coloca históricamente a Pelé como el máximo representante de la esencia del “jogo bonito”, que se remonta a tiempos de los esclavos a través de la “ginga”, una suerte de “capoeira” que permite acrobacias en las que se recrea la cámara lenta al estilo de las películas con coreografías de lucha.