Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Comanchería»

Los últimos atracadores de bancos en el Viejo Oeste

Todos los que hemos quedado tocados por “Hell or High Water” estamos hablando de un milagro, como si el reconocimiento a una joya independiente que mira hacia atrás cinematográficamente fuera algo raro de ver en estos tiempos. Además de ser la película que tuvo mejor recepción crítica en el festival de Sundance, ha conseguido triplicar su modesta inversión en la taquilla de los EEUU, y cuenta con tres nominaciones a los Globos de Oro que la sitúan en la carrera hacia los Óscar. El fenómeno no ha hecho más que empezar, y ojalá fuera el síntoma de una vuelta al cine contestatario que se hacía en los años 60 y 70 dentro del subgénero del “neowestern”, y que bien podría servir de respuesta al mandato de Trump. Porque este aclamado trabajo del escocés David Mackenzie y el guionista Taylor Sheridan refleja precisamente los motivos del descontento de esos votos que se han ido a la extrema derecha, al desentrañar el interior deprimido socioeconómicamente de estados sumidos en el atraso como Texas.

Los hermanos Howard, interpretados con bravura por Chris Pine y Ben Foster, se convierten en los últimos forajidos del Viejo Oeste para poder pagar la deuda que pesa sobre el rancho familiar legado por su difunta madre, y que pasará a los hijos de uno de los dos. El encargado de su captura es un ranger al borde del retiro, y que no podrá jubilarse con la tranquilidad que soñaba por culpa de la mala conciencia que le provoca el duelo que mantiene con los chicos en su desesperada causa, teniendo que cargar además con la pérdida de su ayudante nativo, al que no dudaba en molestar en vida con sus bromas racistas. Sin duda se trata de un papel a la medida de Jeff Bridges.

El actor vaquero aquí no canta, ya que de la banda sonora se encargan Nick Cave y Warren Ellis, más los pildorazos de “country” servidos por Waylon Jennings, Townes Van Zandt...