Pablo CABEZA
BILBO
Entrevista
HAIMAR AREJITA
GUITARRA, SINTETIZADORES...

«La búsqueda del sonido es un viaje obsesivo en el que estamos metidos»

Gatibu nace sin saber qué serían o cuándo, pero bastó un primer disco para imaginar que contagiarían la escena con sus ritmos y melodías. «Aske maitte, aske bizi» es su luminoso álbum repleto de pop, rock, funk y dance, que presentan este viernes y sábado en Santana 27 de Bilbo.

¿Fue ayer? No, han pasado unos cuantos años, más de una década y media, cientos de conciertos, cerca de setenta canciones: y la mayoría de ellas en el recuerdo de varias generaciones de adolescentes y de jóvenes que ya trabajan, están en el paro… o son padres de retoños. Gatibu es la singular mezcla de un sonido –estilo– variable y una voz que va por libre siguiendo su intuición. Lo curioso es que siempre encaja con lo que fogueen los competentes instrumentistas. Todo este cuerpo más el baile de los velos de Alex Sardui es el mundo de Gatibu, el universo de miles de seguidores abducidos.

Es el triunfo de una sonoridad propia, un estilo elástico entre el pop y el rock de ágiles melodías, más soul, blues, funk, country... y programaciones que trasladan las canciones desde el clasicismo imperecedero a la actualidad, aunque los sintes nos recuerden el baile sintético tan logrado de los ochenta. Una base rítmica precisa (Mikel y Gaizka), un fino, hábil y elegante guitarrista (Haimar) y un vocalista singular por su timbre (Alex), facilidad melódica y de coreografía única han situado a Gatibu en una de las cimas de la popularidad. Atravesar mugas no es sencillo ni en Euskal Herria, pero el cuarteto de Gernika-Lumo lleva ya años cautivando en todos los herrialdes.

“Aske maitte, aske bizi” es su séptimo disco, sin prisas, lo adecuado para completar discos sin nata, como el buen rosco de Reyes. Con las canciones justas, sin michelines. Son ya tres álbumes con siete canciones. Es la filosofía que Haimar expone más adelante y que aplica Gatibu: el tiempo para las canciones que se lo han ganado. El objetivo de estos cautivos es crear buenos temas, no mirar el tiempo; melodías que perduren en la colectividad. Y así lo harán la popi “Ez naizu epaitu”; la dinámica y ochentera “Nire ondoan baziña”; la rockera funky caliente, rasgos blues y percutiva “Sorgin”; la marcona pop cargada de melodía y agua de Azahar “Txanpon bat aldian”. Y también “Infinitorantz” tan Gatibu que todas las canciones bailan a su alrededor entre bastidores. “Igelak” es la extraña de la familia, la orática rockera, la fílmica, pero, ¡oh! milagro, suena también a Gatibu y lo tiene todo entre cambios de vestido. Y cierra disco “Aske maitte”, iniciada con disimulo para dejar paso al pop luminoso, a una de esas canciones gatiburianas irresistibles, modernizada por el afortunado ritmo y los sintes…, para terminar agitando el cuerpo en la pista de baile entre cantos lúdicos al estribillo. ¡Grande! La colaboración de Izaro resulta muy agradecida. Gatibu muestran de nuevo que estilísticamente se mueven con pasmosa facilidad entre líneas. Tan clásicos como aventurados, la propia aventura de querer ser músicos.

Mención asimismo para el diseño, impecable, generoso, artístico... Digipack con ochos postales dentro, con la letra por una cara y un espléndido dibujo por la otra. Un esfuerzo añadido para un precio final muy razonable. El álbum se vende también en soporte memoria USB y se prevé pronta edición en vinilo. Consultas en www.gabitu.es

Gatibu actúa mañana en Astigarraga, entradas agotadas; el viernes y sábado en Santana 27 en Bilbo. El sábado con entradas agotadas. El 14 y quince, en Zentral de Iruñea. El 14 con entradas agotadas. El 17 de febrero, Jimmy Jazz de Gasteiz y el 18 en Atabal de Biarritz. Intenso invierno.

Gatibu lleva ya tres discos con un minutaje relativamente corto. ¿Qué hay detrás de las siete canciones?

Llevamos algunos años haciendo discos más cortos de lo habitual por varias razones. La más importante es que no metemos material que no nos convenza, y esto supuestamente reduce bastante la cantidad en beneficio de la calidad. Otra de las razones es que aligera el proceso de grabación en el estudio y hace que puedas mimar más las canciones. Grabar un disco es un proceso duro y cansino a la vez que excitante y hermoso. Por otro lado intentamos grabar tomas enteras de batería, bajo y guitarra tocando todos juntos porque entendemos que así es más fácil expresar lo que queremos en la canción. Hacerlo de uno en uno en uno es más frío aunque hay cosas que así lo requieren por diferentes motivos.

Duele esa decisión de grabar juntos y tener menos posibilidades de manipulación o dada cierta experiencia se puede llevar a cabo con garantías.

No, todo lo contrario. La manera de grabar juntos se acerca más a la de los grandes discos de antaño en los que unos cuantos músicos se metían a la sala de grabación como si fueran a viajar al espacio y no salían hasta hacer la toma buena. Muchos grandes discos se han hecho así. Esa idea nos gusta, y te obliga a tocar mejor

Una banda con más de quince años de vida necesita pensar en cambiar de estilo o es suficientemente motivación progresar como músicos, como arreglistas, como productores cada uno de su instrumento.

Cambiar de estilo no es algo que nos hayamos planteado nunca porque no sabemos cuál es. No pensamos mucho acerca de ese aspecto. Nos centramos en que la canción nos diga algo o nos haga tilín sea cual sea su color, condición o sexo. Cada uno de nosotros intenta aportar cada vez un mejor sonido al conjunto, intentando además que suene distinto a lo hecho anteriormente. La búsqueda del sonido es un viaje obsesivo e interminable en el que estamos metidos muchos músicos.

¿Quiere esto decir que el músico tiene la obligación de pensar en lo que está haciendo y de qué manera?

La reflexión es una parte muy importante en nuestro trabajo. Para crear hay que abstraerse y salir de lo cotidiano, buscar la intimidad. Después hay muchos aspectos que hay que tener en cuenta del entramado que supone el lanzamiento del disco, los conciertos etc. Hay que pensar mucho el qué y el cómo para no cagarla con las decisiones.

Poseen lo más complejo de un grupo: identidad, un sonido propio y un estilo variable. Incluso que sin la voz de Alex se percibe que es Gatibu.

Creo que la identidad es como los ojos en una cara. Aunque cambie lo de alrededor, y a pesar del paso del tiempo, es lo que hace reconocible una cara. Con nuestra música pasa lo mismo, vamos cambiando de sonidos y de formas como es natural, y además nos gusta cambiar porque nos hace sentirnos más vivos, pero lo que hace reconocible a Gatibu sigue ahí. No nos ponemos lentillas de colores. Se puede experimentar sin perder la identidad.

Son una banda de pop colorista, pero el blues se mezcla sabiamente en algunas canciones. En el anterior fue la canción «Zer da?», en este algo queda en «Sorgin», aunque aquí todo es más funk. También es un poco Santana.

“Sorgin” es un rock con espíritu blues y con un ritmo bailongo que se puede acercar al funk y encima tiene un estribillo popero. La fuerte presencia de la percusión nos puede evocar a la música del gran Carlos Santana. Es una canción mestiza. Joder, parece que estoy describiendo un vino de autor. ¡Jejeje!

¿Es este un disco algo más rítmico que el anterior, donde había más espacios para el lucimiento de la guitarra solista?

Los solos de guitarra y lucimientos creo que hay que saber escuchar detenidamente a la canción manteniendo tu ego aparte y hacer lo que esta te dicte. A veces la canción te pide que no hagas solos y otras veces que hagas. Este nuevo disco puede que sea más rítmico que “Euritan dantzan” y la manera de tratar las guitarras haya sido menos solística, pero no creo que haya variado mucho en general.

¿«Ez naizu epaitu» nace de una secuencia?. Es muy afortunada. ¿Cómo surge?, ¿«jugando» como muchas veces ocurre?

Es una canción que combina dos riffs al mismo tiempo. A la izquierda puedes reconocer uno más continuo y a la derecha otro más entrecortado. Esto pasó jugando con un pedal looper tontamente. Sale la línea de guitarra de la derecha, lo grabas con el looper y luego a echar partidas gratis hasta que una te guste y lo almacena para no perderlo. Un buen ejercicio de guitarras indie-pop. ¡jajajaja!

¿Sería correcto apuntar que «Infinitorantz» alberga la esencia del estilo Gatibu, quizá más que otras…?

Más de una persona nos ha dicho lo mismo. Puede que sea una canción que recuerde al clásico rock de discos anteriores.

«Igelak» es la canción más diferente del disco, casi garagera con ese comienzo de guitarra y gritos… Luego descarada por los coros y el rockerío de la guitarra. Llega una parte soul y vuelta al pop-rock. ¿Está compuesta muy alejada en tiempo y modo del resto del disco, pensada para la película? ¿O simplemente es la diferente? Parece que en directo puede funcionar muy bien es muy explosiva.

Se creó para la película un año antes que el resto de los temas y pienso que por esto salió un poco distinta a lo habitual. Además, el hecho de tener que ponerle música a una escena concreta dio pie a jugar con sonoridades que quizás de otra manera no hubiéramos usado. Es un tema con muchos matices como bien describes y muy rico tímbricamente, muy cinematográfico. La disfrutamos tocando y funciona bien en directo.

En este disco hay apuntes de guitarra muy soul-funk. Me parece que un músico como Nile Rodgers habría disfrutado mucho produciendo «Aske maitte», demoledora canción. Muchos dj’s reputados la remezclarían con mucho gusto… Debe de ser otro de los temas que uno espera tocar y que lleguen desde el set-list.

Es la más dance del disco con sus guitarras funky, aplausos, chasquidos y sonidos que se usan en la música baile. Toda la banda conoce al grupo Chic y nos gusta su música, y hubiese sido un gran honor que Nile Rodgers produjera ese tema ya que es uno de mis guitarristas favoritos.

Cree que «Aske maitte, aske bizi» necesita más escuchas que «Euritan dantza».

No lo sé, pero puede que sí pues algunas personas nos lo han comentado. Un amigo me dijo hace un par de días que le parecía un disco más serio. Yo no lo veo así, pero supongo que es algo positivo que una obra musical requiera un cierto esfuerzo por parte del oyente para hacerla suya.

El empaquetamiento, el esfuerzo gráfico es una gozada.

El trabajo ilustrativo es de “El dios de los tres” o Javier Navarro, un artista almeriense que conocimos a través de internet y el que ha hecho una obra de arte. Queremos recuperar la manera de hacer de antaño cuando el arte en los discos era realmente importante.