Raimundo Fitero
DE REOJO

La fuerza

Además de Trillo, la trilla, la vergüenza y los resultados de fútbol, en algún punto con tildes de catástrofe, resulta que no hay espacio de televisión, radio o titular de prensa en donde no aparezcan las declaraciones de un miembro del Tribunal Supremo español de nombre Antonio Salas. Bueno, en “Mas Vale Tarde” de La Sexta apareció en directo, según contó Mamen Mendizabal porque no confiaba en que se le grabase y quería ser dueño de sus palabras en vivo sin posibilidad de manipulación. Veamos, poco a poco, la teoría de este magistrado es que la violencia de género no existe, que es una simple relación de fuerza y que la ejercen personas malas. Así, con dos carreras. Argumenta que una persona mala, al tener más fuerza física que una persona buena, le puede pegar porque sabe que no se la devolverán. Y dice más, que un cafre que pega porque es una persona mala, si tuviera un novio con menos fuerza que él, también le pegaría. Y a un perro. Y a un magistrado si se lo pusieran delante, añado. Es la relación entre maldad y fuerza lo que se debe perseguir, no la violencia estructural sobre las mujeres que cientos, miles o millones de hombres ejercen diariamente de palabra y obra.

Un señor con estas ideas tan retrógradas en el Tribunal Supremo es un peligro. Después de muchos siglos, en las sociedades más avanzadas han diagnosticado que esa violencia contra las mujeres es punible y se han hecho leyes porque no se trata de un acto abstracto de maldad y de abuso de la fuerza, sino de un odio, una misoginia, una manera de despreciar y maltratar a la mujer. No son hombres fuertes los que matan indiscriminadamente, sino hombres que matan por su honor y por su sentido de la posesión a mujeres a las que han amado. Calderonianos y copleros al grito de la maté porque era mía. Por la fuerza.