Pablo CABEZA
BILBO

Leonard Cohen, reedición de «La biografía» escrita por Manzano

El escritor y traductor Alberto Manzano no fue un conocido de Leonard Cohen, sino un amigo con el que entabló una larga amistad. Ahora s reedita «La biografía» (Cúpula), escrita originalmente en 2010. Faltan por tanto sus seis últimos años, pero nada se resiente.

La cercanía de Alberto Manzano, uno de los traductores más prolíficos y fiables, y brillante escritor muestra desde la dedicatoria la proximidad con Leonard Cohen: «Para ti, Leonard y para el Amigo Invisible que viene a comer en la noche estas migajas». A partir de aquí Alberto Manzano profundiza en la vida de Cohen con detalle. Comienza por presentarnos la historia de su abuelo: «Lazarus Cohen podría haber visto nacer a su bisnieto Leonard si hubiera llegado a vivir noventa años, pero murió en 1914. Fue encomiado por haberse familiarizado tanto con el Talmud —obra que recoge las cuestiones rabínicas sobre las leyes judías— como con la literatura inglesa académica, y, como resultado, por su asombrosa capacidad para yuxtaponer las antiguas tradiciones y la cultura moderna».

Cuenta Manzano como tras trabajar en diversos oficios, de tendero a matadero, Lazarus desarrolló cualidades comerciales, fundó una carbonera y en 1895 ya era presidente de un gran fundición, inclinación empresarial que siguió su hijo Lyon.

La madre de Leonard, Masha, era hija de Rabbi Solomon Klinitsky, un eminente talmudista que se pasaba las horas absorto en el estudio gramatical y debatía en abierta confrontación sus interpretaciones de los libros sagrados.

Comenta Cohen con su destreza descriptiva y discurso impecable: «Mi madre cuidaba mucho a mi padre, que había regresado parcialmente inválido de la primera guerra mundial. Era enfermera y se ofreció como voluntaria de la Cruz Roja durante la contienda. Su presencia era generosa, melancólica pero dulce. Aunque nunca mencionaba Lituania. En su entorno se concedía mucha importancia al hecho de ser canadiense y borrar las referencias del pasado. No existía un sentimiento nostálgico. A pesar de que hablara con un ligero acento ruso, nunca sentí que mi madre hubiera abandonado algo para siempre. Evidentemente, había sufrido, había sido vilipendiada. Pasó hambre, inseguridad e injusticia y, como dice un proverbio, ‘una puñalada en el corazón deja un agujero’. Pero mi madre era una ‘profesional’ del sufrimiento y la pérdida. También era una mujer alegre y vital, tenía un gran sentido del humor y le encantaba cantar canciones del folclore de la Europa del Este en yiddish y ruso, nanas y melodías que aún resuenan en mi corazón».

Al respecto de la prosa, Comentaba Ruper Ordorika en la charla alrededor de su último disco, “Guria ostatuan”, que el mejor músico para entrevistar era Leonard Cohen. Hablaba con admiración de la facilidad expresiva de este, de su calidad literaria, de las reflexiones únicas. Una observación que asistimos de pleno, pues leer entrevistas de Cohen es como leer a un caminante poeta reflexionar sobre todos los aspectos de la vida y el pensamiento. Tanta lucidez y talento conllevaba a admirarle más como escritor y pensador que como músico, pero dificilmente se puede olvidar gran parte de su apreciada obra musical.

Lorca

Manzano relata cómo Cohen se inicia en la poesía de García Lorca, que le influirá decisivamente en su obra. «Aquel año, 1949, Leonard descubrió la poesía de Federico García Lorca. Fue en una librería de segunda mano en Montreal donde abrió por casualidad una antología del poeta granadino y leyó: «Por el arco de Elvira/ quiero verte pasar,/ para sufrir tus muslos/ y ponerme a llorar...»

Cohen apunta: «Era la primera vez que un poeta me tocaba de verdad, la primera vez que leía una poesía que me conmovía. Aquellas líneas terribles se clavaban en mi corazón. Y después leí otras que decían: ‘Porque me arrojará puñados de hormigas...’ y me pregunté por qué alguien iba a querer arrojarme puñados de hormigas. Sin embargo, seguí leyendo: ‘Sus muslos se me escapaban/ como peces sorprendidos...’ ¡Ese era mi mundo! ¡Ese era mi paisaje! Un universo que entendía perfectamente. Este poeta me destrozó la vida. Su nombre: Federico García Lorca».

Tras la experiencia de Lorca Leonard Cohen empezó a escribir poesía con profusión y brillo, pero: «Solo escribía para atraer la atención de las chicas, para que se interesaran por mis ideas. En aquellos días, leía cómics del Capitán Marvel, Superman, Spiderman, todos aquellos héroes. Y pensé que, de alguna manera, yo también podía escribir». Es posible, pero no se crean a un embaucador genial de la palabra y el acorde.

Manzano relata la vida de Cohen, atractiva y dinámica, pero siempre roto el relato por decenas de poemas que sitúan al escritor y músico cerca de lo más excelso. El binomio biografía-poesía convierte el libro en un delicado placer sensorial.