Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Monster Trucks»

Una buena solución para la crisis de los carburantes

Es difícil cargarse una película infantil con una premisa de lo más disparatada y no poco sabor cinéfilo en clave nostálgica, pero cuando uno piensa en que este torpe entretenimiento sin mayor enjundia ha costado 125 millones de dólares la opinión a extraer de su visionado se vuelve más negativa. La cuestión es que ahora Hollywood hace películas carísimas que manejan o intentan actualizar viejos conceptos y maneras más propias de una serie B. Porque si a “Monster Trucks” le quitas sus efectos digitales de última generación, lo que queda es una película de sesión de tarde que juega en la misma liga en la que antaño estaba la serie Disney de “Herbie”. Puesto que al fin y al cabo sigue siendo la división en acción real de contenidos extraídos de la animación, y por ello se han contratado en la dirección y en el guión a profesionales de dicho sector como Chris Wedge, Jonathan Aibel y Glenn Berger.

“Monster Trucks” es, al igual que los vehículos protagonistas hechos con piezas del desguace, un híbrido de muchas cosas, o si se prefiere, una especie de Frankenstein cinematográfico. Hay quien cree ver como inspiración a la franquicia “Transformers”; pero la ingenuidad visual que se desprende de sus imágenes es tal que mira más hacia la creación de Pixar “Cars”, la cual ha dado lugar a todo un interminable muestrario de coches u otros medios de transportes dotados de vida propia. Pero sobre todo contiene un nada disimulado homenaje a las películas de aventuras ochenteras de la Amblin, tomando como modelo a “Los Goonnies” (1985) de Richard Donner.

No en vano el protagonista es un estudiante de instituto loco por la mecánica del automóvil y en conflicto con el mundo adulto, que trabará amistad con una criatura subterránea que se alimenta de crudo y se convertirá en un carburante animal para el motor de su gigantesco 4x4. Frente a ellos Rob Lowe ejerce de villano sureño del petróleo.