Maider IANTZI
DONOSTIA
Entrevista
MARTA CHOC CALEL, MARTHA ZELADY Y DAVID HERNÁNDEZ
GUATEMALA (MAYA Q’EQCHI), BOLIVIA (MOVIMA) Y VENEZUELA (WAYUU)

«Los jóvenes comunicadores saben que no todo se compra»

Estos comunicadores indígenas comparten sus experiencias con GARA en el marco de una gira que realizan por Euskal Herria de la mano de Mugarik Gabe. Con su impresionante capacidad de contar historias (por lo que, bromean, todos serían tremendos cineastas) nos transmiten su esperanza ya que ven que hay un buen relevo generacional. Muestra de ello es la misma Marta Choc Calel.

Marta Calel es de Guatemala, del pueblo maya q’eqchi. Es parte de una red de jóvenes realizadores independientes que hacen vídeos en defensa de la vida y del territorio. También forman a jóvenes con escasos recursos para que puedan utilizar las herramientas básicas para elaborar materiales audiovisuales. Chavalas y chavales que no han ido a la Universidad, como Calel. Además, realizan muestras de cine y vídeo en las comunidades de Guatemala. En centros educativos, en la ciudad y en las comunidades donde los medios no llegan o donde ni siquiera hay luz.

«Retomaremos un programa que tenemos en Youtube, que se llama Tz’ikin Tevé. Es un programa de televisión digital de 30-45 minutos con diferentes contenidos», cuenta la joven comunicadora, que desborda energía al hablar.

Martha Zelady es del pueblo movima de Bolivia. Pertenece a la Central de las Mujeres Indígenas de Beni (CMIB), así como a la Coordinadora audiovisual indígena de Bolivia, en la cual están 36 pueblos con sus respectivos idiomas reconocidos ante el Estado boliviano pluricultural.

David Hernández, por último, viene de Venezuela, del pueblo wayuu. Trabaja en la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI). «Tenemos la experiencia de la Muestra Internacional de Cine Indígena de Venezuela y formamos parte de la red de comunicación del pueblo wayuu, que es una apuesta binacional entre Venezuela y Colombia, porque este pueblo esta entre los dos. Intentamos entender el contexto de frontera, del proceso de paz en Colombia y cómo nos afecta como pueblo».

La comunicadora de Guatemala comenta que es bien difícil hacer llegar los materiales audiovisuales a la gente, pero ven que en las comunidades, especialmente en las que sufren amenazas de empresas transnacionales ligadas a capitales nacionales, lo que está más a mano es un teléfono con cámara. Por lo tanto, al preguntarse de qué manera aportarán a la comunidad, cómo le harán llegar la información, piensan en los audiovisuales.

En cuanto a Bolivia, Zelady indica que había un gran problema: «Nos cuesta mucho leer». Además, un periódico impreso necesita más recursos económicos. Cualquier persona puede conseguir una radio, por lo que llegan a las comunidades más alejadas. Por otra parte, una vez al año hacen campañas de difusiones con vídeo. «Vamos a diferentes comunidades y mostramos los mensajes desde la realidad de los pueblos indígenas y con su visión».

«Y ahora, ¿qué leeré?»

Hernández, director de la Fundación audiovisual indígena en Venezuela, apunta que coprodujeron con Bolivia la película “Insurgentes”, que tiene participación indígena. «La sed de vida hace que cualquier espacio sea una oportunidad para expresarte y estar vivo».

Señala que en la red de comunicación del pueblo wayuu hay una apuesta primordial que es la escuela, donde se enseña fotografía, radio, audiovisual y prensa escrita. También subraya la importancia de la colaboración entre pueblos y países, que comparten mucho. Por ejemplo, proyectan en Bolivia los trabajos de Tz’ikin de Guatemala.

«El audiovisual ha sido el medio más colonizador, por lo que también lo vemos como reto de poder descolonizarnos». En ese sentido le resulta inspirador el proyecto de GARA. «En Venezuela y Bolivia hace poquito que declararon el territorio libre de analfabetismo. Luego faltan otros procesos: ¿Ahora qué leeré? Creo que tiene que ver con la sostenibilidad. Nosotros sabemos que hay diversidad. Hablamos al menos dos idiomas, el indígena y el del resto de la sociedad. Entonces, repensamos y decimos: ¿Qué tal si solo comunicamos en el idioma indígena? Y nos preguntamos: ¿Cuántos leen en ese idioma? Es una cuestión de cultura de lectura en la lengua propia», reflexiona el comunicador de CLACPI.

Por lo tanto, al igual que GARA, optan por comunicar en las dos lenguas.

En todos los casos, considera que el audiovisual es el medio que más convoca para el intercambio de experiencias.

Cumbre continental

En noviembre pasado se celebró la Cumbre continental de la comunicación indígena en Bolivia. «Lo más poderoso de la convocatoria es que por primera vez las cinco confederaciones indígenas más grandes de Bolivia hacen un pacto de unidad para darle dimensión política a la importancia que tiene la comunicación indígena, en articulación con Evo Morales, que es militante de una de esas organizaciones y resulta que es el presidente del Estado», opina David Hernández, que acudió al acto.

Añade que el documento que resultó de la cumbre es muy actual y va al ritmo de las realidades del mundo. Se menciona, por ejemplo, qué implica para el hemisferio Donald Trump.

Zelady también recibió muy bien la cumbre ya que ve que hay un proceso muy diferente de todos los países en Bolivia, donde los pueblos indígenas han sido los protagonistas, hasta el punto de tener un presidente indígena. «Fue muy importante este acto porque se ha dado a conocer al mundo entero que la comunicación indígena es la herramienta de lucha de liberación de los pueblos. Las mismas organizaciones sociales nos hemos dado cuenta de la importancia de la comunicación. A través de ella podemos hacer un cambio rotundo».

Mujeres comunicadoras

Preguntada por el papel de las mujeres comunicadoras, la joven Marta comenta que en el caso de los comunicadores comunitarios lo que opina ella y lo que opina otro compañero hombre vale lo mismo. «Mi presencia acá es un ejemplo. Las mujeres podemos. Siempre hemos podido. Siempre hemos estado en las luchas. La misma sociedad nos ha dicho: ‘Tú no puedes’. Pero sabemos que sí».

Cuenta que la participación y las oportunidades de hombres y mujeres son iguales en la comunicación indígena, pero si pasamos a la comunicación más masiva o comercial, allí se ve la gran diferencia. «El jefe va a decir que una no puede opinar. Las mujeres tal vez estén allí solo para sostener el micrófono y preguntarle al presidente: ‘¿Usted qué opina de esto?’. O para presentar el tiempo».

La comunicadora del pueblo movima comenta que en Bolivia les ha costado mucho. «La colonia ha afectado bastante. Hay un patriarcado total. Es por lo que nos hemos organizado las mujeres, para poder contrarrestar el hecho de que las mujeres seamos invisibles, a pesar de que siempre estamos adelante. Al ser indígena, la gente pregunta: ‘¿Sabe manejar una cámara? ¿Hará una buena pregunta? Y más si eres mujer».

«Joven», añade enseguida Calel. «Todavía seguimos en esa lucha –continúa Zelady–. El Gobierno ha dicho que la participación de las mujeres debe ser del 50%. Tenemos los mismos derechos, pero eso solo está en las leyes. En la práctica no».

«Estamos demostrando que los comunicadores indígenas, hombres y mujeres, venimos de la universidad de la vida. De los conocimientos de nuestros ancestros, la sabiduría de la naturaleza y los conocimientos propios. Por eso, comunicamos escuchando. También lo que nos dice nuestra comunidad. A diferencia de los medios masivos y privados mostramos lo que pasa en nuestros pueblos sin cortar y no a nuestra conveniencia», defiende.

Logros

Entre los logros más importantes de la comunicación indígena, Calel menciona el hecho de percatarse de que la comunicación es vital para los pueblos. «También que los jóvenes nos estemos involucrando y que no tengamos miedo». Como ejemplo, cuenta que un día fueron a ver a un artista y cuando tuvieron la noticia del arresto de un compañero, cogieron su micrófono para transmitir lo que había sucedido.

Zelady destaca que en Bolivia han conseguido el 17% del espacio radiofónico. Tienen también una televisión nacional indígena. «Al comienzo había solo cinco comunicadores indígenas y ahora somos alrededor de 500. Además, somos reconocidos».

Hernández señala los avances que se han dado a nivel de organización y articulación. Destaca que «en los pueblos hay una capacidad de contar cuentos impresionante. Todos serían tremendos cineastas. Es una fuerza que tienen los pueblos». Por otra parte, tal y como muestra Calel, indica que hay un relevo generacional. «Vienen con la conciencia de que no todo se compra y se vende y mientras que haya jóvenes que sepan eso, no nos quitarán la esperanza».

 

«Se avanza haciendo, sin miedo»

«Hay que contar nuestras historias –resalta Marta Calel–. No es lo mismo que venga una persona de fuera a contar lo que una comunidad vive. Eso nos dijo gente que no es indígena. Tienen razón. También necesitamos personas así». Añade que pueden hacer mucho con o sin preparación académica, con o sin equipo de alta calidad.

Martha Zelady recuerda que en 1996, cuando se conformó la Coordinadora audiovisual indígena de Bolivia, nunca imaginaron llegar a tener una plataforma, tampoco que las emisiones fueran tan vistas. «Llevo 16 años trabajando en la comunicación y recuerdo muy bien el festival de cine que se hizo en 2008 en Bolivia. Mostramos por primera vez nuestra imagen propia en la gran pantalla. Nunca imaginamos que podríamos hace eso». Se está logrando en distintos países de Latinoamerica gracias a la coordinadora CLACPI.

Como idea final, David Hernández transmite que los avances no se miden en las políticas públicas. «Es la lección que estamos aprendiendo ahora. Se avanza a medida en que se hace el ejercicio de autodeterminación. Hacerlo sin miedo, con la conciencia de que hacer este ejercicio de comunicación propia en Latinoamérica implica sacrificar tu vida. Celebro la cantidad de compañeras y compañeros comunicadores». Agrega que no hay punto de retorno, ya que hay un pueblo despierto que va hacia delante.M. I.