T. FERNÁNDEZ

Un mundo cada vez más poblado necesita otro sistema alimentario

La FAO tiene muy claro cuáles son las acciones que la comunidad internacional debe emprender para superar los desafíos a los que se enfrenta la humanidad en un contexto marcado por una expansión demográfica que cada vez requiere mayores recursos.

La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ha hecho público un informe en el que explica la naturaleza de los desafíos que enfrentan los sistemas agrícolas y alimentarios en el presente y que marcarán todo el siglo XXI, documento en el que también proporciona muchos datos sobre lo que está en juego y bastantes ideas sobre lo que se debería hacer. El estudio concluye que la forma habitual de gestionar la agricultura ya no es una opción viable, sino que hacen falta grandes transformaciones en los sistemas agrícolas, en las economías rurales y en cómo manejamos nuestros recursos naturales.

“El futuro de la alimentación y la agricultura. Tendencias y desafíos”. Ese es el título del resumen publicado en castellano, mientras que la versión completa, en inglés, puede encontrarse en la web de la FAO con el siguiente encabezamiento “Averting risks to the food chain. A compendium of proven emergency prevention methods and tools”.

En el prólogo se recuerda que el objetivo fundamental de la FAO es crear «un mundo libre de hambre y malnutrición, en el que la alimentación y la agricultura contribuyan a mejorar las condiciones de vida de todas las personas, en especial de las más pobres, de forma económica, social y ambientalmente sostenible».

Un objetivo muy loable que todavía aparece lejano en el horizonte, ya que, si bien las actuales condiciones mundiales de suministro de alimentos son favorables, el acceso a los mismos se ha reducido drásticamente en aquellas zonas que sufren «conflictos civiles», al tiempo que la sequía está afectando a la seguridad alimentaria en amplias franjas de África oriental, tal como puso de relieve esta misma organización cuando, a principios de marzo, presentó en Roma la nueva edición del informe “Perspectivas de cosechas y situación alimentaria”.

Como se observa, la FAO combina estudios analíticos a corto plazo con otros sobre tendencias a medio y largo que dan cabida a la teorización. En consecuencia, el informe con el que hemos arrancado este reportaje se ha realizado para la revisión cuatrienal del marco estratégico de la FAO y la preparación de su plan a medio plazo (2018-2021). «Las tendencias y los desafíos que aquí se analizan son motivo tanto de esperanza como de preocupación», advierten sus autores.

Progresos y preocupaciones

Sin obviar los «grandes progresos» en la lucha contra el hambre y la pobreza, las mejoras en seguridad alimentaria y nutrición, o la contribución del desarrollo tecnológico a aumentar la eficiencia y la productividad, la FAO asume que las «grandes preocupaciones» persisten. Algunas cifras reflejan la situación certeramente en dos pinceladas: «Hay cerca de 795 millones de personas que siguen pasando hambre, y más de 2.000 millones carecen de micronutrientes o están sobrealimentadas».

La organización agrupa en un decálogo los «desafíos clave» que hay que afrontar para erradicar el hambre y la pobreza al tiempo que se avanza hacia sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles. Aquí citaremos solo algunos de esos temas: el desigual crecimiento demográfico que se producirá en las próximas décadas; las amenazas que plantea el cambio climático; la intensificación de los desastres naturales y el aumento en las plagas y enfermedades transfronterizas; y la necesidad de adaptación ante los grandes cambios que están sucediendo en los sistemas alimentarios globales.

Incertidumbres y respuestas

El informe sostiene que, a medida que las tendencias globales inciden en la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, surgen nuevas incertidumbres. Es por ello que la FAO se pregunta si los actuales sistemas alimentarios y agrícolas serán capaces de cubrir las necesidades de una población que, se calcula, superará los nueve mil millones de personas para mediados de siglo o si queremos aumentar la producción «incluso si hacerlo significa someter a mayor presión aún las tierras y recursos hídricos ya mermados».

Entre las respuestas, destaca que se precisarán mejoras sustanciales en la conservación y el uso de los recursos para cubrir el incremento en la demanda de alimentos hasta el año 2050, previsto en un 50%. Y advierte de que cualquier aumento en la producción agrícola tendrá que basarse principalmente en la conservación y el uso eficiente de los recursos naturales.

Constata que la mayor parte de las personas hambrientas y pobres vive en el medio rural y subsiste de la agricultura, la pesca o la silvicultura. No obstante, recuerda que reducir la desigualdad y erradicar la pobreza extrema depende de factores «que van más allá de la agricultura y que precisan financiación», como es el acceso a una educación de calidad, la diversificación económica hacia actividades no agrícolas que generen ingresos, apoyo a la creación de empleo y mecanismos de protección social adecuados.

La última pregunta del informe, en su versión reducida, resume el interés de este tipo de análisis: ¿Es posible alimentar de forma sostenible a una población mundial de 11.000 millones de personas? Como era de prever, la FAO no ofrece una respuesta contundente, pero deja abierta la puerta a la esperanza si se avanza cumpliendo una serie de condicionantes. Así, después de subrayar que «la comunidad internacional conoce muy bien» todos los retos expuestos en este documento y que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada en 2015, ya proporciona una buena guía para superarlos, concluye, con un lenguaje quizás demasiado diplomático, que «los resultados dependerán de si los encargados de la elaboración de políticas y las partes interesadas logran integrar las distintas acciones para alcanzar objetivos concretos y enfrentarse a retos relacionados entre sí».

Con más claridad, añade que «el statu quo ya no es una opción y, por tanto, todas las sociedades deberán introducir cambios fundamentales en su forma de producción y consumo». Cambios en los sistemas agrícolas, en las economías rurales y en la gestión de los recursos naturales.

 

Manifiesto y app por la soberanía alimentaria

El colectivo Etxalde y la Carta de los Derechos Sociales de Euskal Herria presentaron el miércoles un manifiesto bajo el encabezamiento “Garantizar el derecho a una alimentación sana a través de una agricultura y pesca sostenible”, que deja claro cuáles son sus objetivos.

En el mismo acto, que tuvo lugar en Bilbo, se dio a conocer una aplicación para móvil, con el nombre “Etxalde” y gratuita, que identifica la verdura, la fruta, la carne y el pescado de temporada en función del territorio donde se encuentre el usuario. También informa del origen y las condiciones de producción de los alimentos con el fin de incentivar un consumo sostenible.GARA