EDITORIALA
EDITORIALA

Bancos centrales a años luz de la economía real

Ayer se celebró la reunión anual de presidentes de los bancos centrales de todo el mundo organizada por la Reserva Federal estadounidense en las lejanas montañas de Wyoming. La atención era máxima. Había interés en escuchar los discursos de las principales autoridades monetarias y, sobre todo, en interpretar correctamente sus mensajes. En este mismo escenario, el presidente del BCE, Mario Draghi, anunció hace tres años la puesta en marcha de la llamada expansión cuantitativa. Desde entonces el BCE ha puesto en circulación más de 2 billones de euros, pero los resultados han sido modestos: ni inflación ni crecimiento. Algo lógico toda vez que la emisión de dinero no va dirigida hacia la economía real, sino hacia la especulación financiera y busca básicamente un aumento de las cotizaciones bursátiles.

El discurso de la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, no contenía cuestiones de política monetaria o económica. Se limitó a recordar la lección de la crisis y a advertir de que los cambios en la regulación financiera deben ser modestos y deben preservar la resiliencia del sistema. Afirmación a todas luces dirigida al público doméstico, especialmente a la nueva administración norteamericana, que considera que la regulación actual del sistema financiero es excesiva y frena la expansión económica.

Las políticas implementadas tras la crisis de la que se cumplen ahora diez años han aumentado la regulación. Otra cosa muy diferente es que hayan fortalecido el sistema financiero, pues se han limitado a restablecer ciertas restricciones a la actividad financiera sin cuestionar las bases que generan la inestabilidad. Buena muestra del fracaso era el nerviosismo que reinaba ayer entre los exégetas, preocupados porque un concepto ambiguo pudiera provocar interpretaciones erróneas que tuvieran consecuencias en las cotizaciones bursátiles. La salud de la economía doméstica no entra entre sus preocupaciones.