Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Canción de Nueva York»

El joven gusano que prueba a bocados la Gran Manzana

No se puede hacer un homenaje a Nueva York sin rendir tributo a la vez al cine de Woody Allen, algo que le honra a Marc Webb a la hora de asumir la influencia del maestro en su retrato de la clase acomodada de la ciudad, la que vive en lujosos apartamentos del Upper East Side, que es la misma que se codea con las élites culturales que atesoran el poso literario de sus escritores más representativos o el musical de los espectáculos de Broadway. Por eso ha tenido a bien elegir como título en la versión original el correspondiente a la canción de Simon & Garfunkel “The Only Living Boy in New York”, la cual adquiere tanto significado como el aportado por la letra de Bob Dylan en “Visions of Johanna”. Y el círculo se cierra con las referencias argumentales a “El graduado” (1967), fundamentales para entender el conflicto intergeneracional de fondo. Parece ser que el chico protagonista no se apellida Webb en coincidencia con el director, sino porque Mike Nichols se basó para su clásico en una novela de Charles Webb.

Tampoco es ninguna casualidad que el personaje bohemio que interpreta Jeff Bridges sea el del típico escritor neoyorquino que conecta con el pasado nostálgico de la Metropoli, y que en calidad de vecino del recién licenciado se convierte en su tutor. De esta manera cubre el vacío que dejan unos padres con los rostros de Pierce Brosnan y Cynthia Nixon, los cuales reflejan el lado más materialista de Wall Street, y por consiguiente exento de poesía y de romanticismo.

Una vez más el amor a N.Y. plasmado en las camisetas con un corazón que envuelve a las iniciales se traduce en las mujeres a las que persigue por las bulliciosas calles este muchacho con gafas de inequívoco aspecto alleniano (Callum Turner), y que se dividen entre la de su edad que ya tiene pareja (Kersey Clemons) y la amante más madura de su padre (Kate Beckinsale). ¡Vaya encrucijada emocional!