Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
Entrevista
MANUEL LIÑÁN
BAILAOR

«El flamenco siempre ha sido muy moderno»

A Manuel Liñán (Granada, 1980) le acaban de conceder el Premio Nacional español de Danza. Como pocos sabe andar de forma magistral y emotiva entre los pilares firmes del flamenco y la contemporaneidad susceptible de los tiempos venideros.

Manuel Liñán supo callar a los del ISIS flamenco cuando apareció en uno de sus espectáculos con bata de cola y mantón de manila encima de un escenario. Los patios de butacas de todos los teatros del mundo se vinieron abajo del éxito cosechado. El sábado actúa en Dantzaldia, en la Sala BBK de Bilbo, con su espectáculo “Sinergia”.

¿Qué le ha aportado los pilares del baile de su ciudad natal, Granada? Manolete, Maya…

Granada con respecto a mi formación ha tenido mucho que ver. Mis primeros maestros fueron de allí y me formé en los tablaos granaínos, como la Cueva Los Tarantos, donde empecé a codearme con todos y todas las gitanas del Sacromonte. Allí empecé a oler esa parte más granaína del flamenco: las zambras, como se bailaban allí los tangos. Ese matiz tan especial de Granada. Eso es algo que te marca y que siempre voy a llevar conmigo muy orgulloso.

Junto a Marco Flores, Daniel Doña, Olga Pericet y Estevez-Paños usted forma parte de una generación de bailaores que va a quedar para los anales de la historia, no solo del flamenco, sino de la danza y de las artes escénicas. ¿Qué diría que han aportado al flamenco?

Yo lo que siempre he intentado es ser honesto conmigo mismo y, sobre todo, con mi identidad, crear y fantasear de la manera que yo creo. Y eso da lugar a identificarte de una manera personal. En esta generación somos muchos y cada uno tenemos un sello personal que aporta algo distinto. La finalidad es poner en escena nuestras inquietudes y contar cómo vemos nosotros las cosas en nuestros espectáculos. Y eso seguramente puede aportar algo, puede contagiar, puede inspirar o todo lo contrario.

Bailaor, coreógrafo, director, productor. ¿En qué campo se siente más cómodo?

Para mí bailar es fundamental, es mi palabra, es mi voz, es la manera que yo tengo de poder expresarme y además libremente. Si tuviese que elegir alguna, te diría que me siento más cómodo bailando. Los demás campos son muy importantes para mí. Coreografiar me mantiene la ilusión viva. A dirigir le tengo mucho amor y respeto, ya que me gusta cuidar mi herramienta de expresión.

Ha obtenido recientemente el Premio Nacional español de Danza 2017. Y también el Premio Max de Artes Escénicas, Revelación, Festival de Jerez, etcétera. ¿Cree que estamos viviendo un cisma entre la ortodoxia y la contemporaneidad dentro del flamenco, aunque usted camine entre ambas?

Lo que sí es cierto es que estamos creciendo. No creo que estemos rompiendo nada. La escuela clásica y la escuela heterodoxa se mantienen. El flamenco está avanzando, sobre todo en el baile. Hoy en día el flamenco se codea con otras artes a un nivel increíble, y no por eso tiene que perder su pureza. El flamenco es contemporáneo porque lo hacemos gente de hoy. Yo creo que se está avanzando y eso es importante.

¿Cree que puede haber un cierto intrusismo sin respetar los pilares del propio flamenco?

Puede ser que lo haya, pero eso sería otra cosa. El flamenco siempre ha sido moderno. De todas formas a la gente le gusta experimentar. Al igual que a nosotros nos gusta experimentar con otro tipo de danza. Es legítimo que haya gente que le guste experimentar con el flamenco. Que el resultado pueda ser otro, pues sí. Pero el flamenco está ahí para todo el que quiera. Luego está quién lo use, cómo lo usen, cuándo lo usen y cómo sea el resultado.

Ha dado varias veces la vuelta al globo y ha tenido éxito en teatros tan importantes como la Ópera de Sidney o el City Center de Nueva York. ¿Cómo tratan a la danza flamenca por el mundo?

Increíblemente bien. Nunca dejo de asombrarme. Los teatros siempre llenos de público, muy entusiastas. La gente conoce mucho la cultura flamenca, no solo el envoltorio. Cada vez tiene más demanda y en lugares más insospechados. Y es que tiene una acogida, a nivel escénico, más que en nuestra tierra y eso no deja de asombrarme. Con festivales en Londres, Nueva York, Paris…

Estuvo el año pasado en el Festival Flamenco BBk con «Reversible». Este año en Dantzaldia, con «Sinergia». Parece que Euskal Herria es un lugar al que gusta venir a los flamencos.

A mí me encanta, la verdad. Recuerdo que era un público super flamenco, muy caluroso. Además un público que te jalea y que te arropa. Yo me quedé muy sorprendido. A mí me encanta el público vasco, lo digo de verdad. Porque me da mucha vida.

De tenernos acostumbrados al mediano-gran formato ahora está fraguando una austera producción, llamada «Baile de autor», con tan solo tres en el escenario: Valencia, Carpio y usted. Tres grandes del flamenco. Toque, cante y baile. ¿Qué nos quiere contar?

Con “Baile de autor” lo que quiero es disfrutar con estos grandes artistas, como Valencia y Carpio, de una manera íntima. Quiero permitirme el lujo de coreografiar para mí y de lo que piense, poder bailarlo yo. “Baile de autor” va a ser una fantasía que voy a construir. La unión entre coreógrafo y bailaor. Un capricho después de haber hecho dos producciones tan grandes, de la manera más íntima y sencilla posible. Con tan solo cante y guitarra.

¿Qué nos vamos a encontrar con «Sinergia» este sábado dentro de Dantzaldia en la sala BBk?

Este es un espectáculo al que le tengo mucho cariño, en el que me siento muy identificado. Con él pretendo buscar las energías de cada uno de los componentes. Mostrar la importancia que tiene esa energía que fluye entre los compañeros. Y esos complementos del flamenco, como la guitarra y el cante, pilares fundamentales. Mostrar la importancia que yo le doy a estos complementos. Se ideó una coreografía que es la encargada de unir todo el espectáculo. Una coreografía que se va presentando, fragmentada, desnuda hasta unirlo con el cante y el toque.