Nagore BELASTEGI
BILBO
Entrevista
MIKEL RESA Y MARTA PASTOR
COMISIONES ANTISIDA DE ARABA Y BIZKAIA

«El VIH no es infectocontagioso, sino infectotransmisible»

Atrás quedó aquella epidemia de muertes a causa de una enfermedad desconocida. Han pasado ya 30 años y se sabe mucho más sobre el VIH; 30 años en los que las comisiones antisida han trabajado duro para evitar nuevos contagios y conseguir un tratamiento. Ahora luchan contra el estigma.

Tanto la Comisión Antisida de Araba como la de Bizkaia cumplen 30 años desde que se inscribieron como asociación. Han sido tres décadas de lucha contra prejuicios y a favor de la salud de las cientos de personas que atienden anualmente. Aunque el VIH continúe teniendo un estigma importante, cada pequeño paso que se ha dado hacia la normalización ha sido gracias a gente como Mikel Resa, miembro de Sidalava y sexólogo, o Marta Pastor, presidenta de BizkaiSida.

«No se trataba solo de pedir investigación, medicinas, tratamientos, sino también que las administraciones hicieran algo de manera muy contundente. La única respuesta que se encontraba era desde la moralidad: solo te podemos dar algo si dejas de consumir. El VIH vino a ser otro estigma sobre estigmas ya previos como la drogodependencia y la homosexualidad», manifiesta Pastor que achaca este problema añadido a que el virus toca con las vergüenzas, con las culpas, con la hipocresías y con el silencio porque tiene que ver con temas tabú como las drogas y el sexo.

En su día, Euskal Herria fue un ejemplo a seguir al poner en marcha el primer programa de intercambio de jeringuillas del Estado. «Consiste en facilitar a la persona que consume heroína material estéril, porque si no disponen de él van a reutilizar el material de consumo de otra persona. En la comisión de Bizkaia esto se vio con mucha claridad. Encontraron mucha protesta social, cierta incomprensión, porque pensaban que dando jeringuillas a los yonkis se fomentaba el consumo. Pero no dábamos jeringuillas a quien no consumiera ya. Esto se llama prevención terciaria, para que las consecuencias que tenga no sean peores aun», explica.

A finales de los años 80 comenzaron a trabajar con las mujeres que ejercían la prostitución y en los 90 con los hombres migrantes subsaharianos. «Estos hombres jóvenes y fuertes, por su situación de irregularidad e imposibilidad de conseguir un trabajo digno, podían estar haciéndose cargo del mercado de la heroína. Fue una medida preventiva para que no se volviera a repetir lo que ocurrió con otros colectivos que se habían hecho cargo del mercado, como la comunidad gitana que terminó metida en el problema», comenta.

En 2008 se dieron cuenta de que los datos eran muy preocupantes en cuanto a diagnóstico tardío. «Mucha gente que se diagnosticaba de VIH se diagnosticaba también de sida. Se calcula que desde que una persona se infecta hasta que se desarrolla el sida pueden pasar de media 10 años. Es un tiempo perdido en su propia salud, pero también porque en esos 10 años ha podido transmitir el virus a personas sexuales», asegura la experta. Así se coordinaron con Osakidetza una vez más para poner en marcha una consulta médica en la entidad para realizar tests de VIH y sífilis. Se trata de una prueba rápida, gratuita, anónima y sin cita previa.

Diagnóstico tardío

Pero aunque pase el tiempo existe un problema que no termina de solucionarse, y es el del estigma. «Cuando una persona es diagnosticada lo primero que le viene a la cabeza no es si se va a morir o no, es que no se entere nadie y que quién le va a querer ahora. Eso evidencia que el estigma sigue presente», asegura Pastor, que quiere mostrar algunos de los problemas que tienen las personas con VIH como que no pueden participar en oposiciones o entrar en una residencia para mayores porque el virus está catalogado como enfermedad infectocontagiosa, cuando en realidad no se contagia sino que se transmite «de una manera muy concreta que además básicamente se reduce al ámbito sexual sin protección», es decir, que no se trata de una enfermedad que se contagie de forma casual y que ponga en riesgo la salud pública. Por eso, su lucha este año se centra en que el Congreso cambie la calificación para que «las personas con VIH puedan gozar de todos los derechos».

También Sidalava quiere hacer hincapié en este tema pues considera que es un «pequeño cambio de concepto» pero que resultaría muy importante porque si no las personas con VIH están discriminadas, según Mikel Resa. También pone el foco en los diagnósticos tardíos, que están «perpetuando la epidemia». Este anima a hacerse la prueba a las personas que tengan prácticas de riesgo. Por otro lado, durante las celebraciones de su aniversario, saldrán a la calle con la campaña “Yo soy positivo” para ofrecer información y romper con el estigma que conlleva la enfermedad.

La comisión comenzó con 5-7 personas y hoy en día son 80. Aunque comenzaron con la problemática del VIH, se dieron cuenta que «el virus tiene mucho que ver con la inclusión» y comenzaron programas con los presos de Langraitz afectados y con la gente que vive en la calle. Aunque realizan numerosas acciones, Resa cree que las comisiones deben hacer autocrítica: «parece ser que hay cierta población a la que no estamos llegando. Puede que sea por el tratamiento antiretroviral y que ya la gente no muere de sida. Tenemos que pensar qué estamos haciendo mal para no llegar a personas que ya conocen la enfermedad, pues no hablamos de los 80 cuando surgió la heroína y no se sabía. Son personas mayores de 40 años que tienen una información», comenta destacando precisamente que los nuevos diagnósticos se dan en personas adultas.