Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Llueven vacas»

Los duros Fernandos y las Margaritas de frágil coral

La actriz Mónica Regueiro ha arriesgado su dinero como productora de este singular proyecto, al que se han sumado desinteresadamente hasta doce colegas más de profesión, gracias a lo cual se ha podido reunir un reparto excepcional dentro de tan modesta película, cuya recaudación íntegra va destinada a la Fundación Themis de mujeres juristas, dedicada a garantizar los derechos procesales de las mujeres víctimas de la violencia de género. Y lo más loable es que “Llueven vacas” no es un panfleto, ni tampoco pretende hacer proselitismo o se sirve de los tópicos sobre el acoso y el maltrato doméstico.

En lugar de eso se trata de una obra experimental que pretende hacer reflexionar al público, interpelando al inconsciente colectivo, en la medida en la que nos llegan los mensajes de las campañas contra la violencia sexista vaciados de su verdadero mensaje, ese que conecta con la realidad más cotidiana, la que se da en nuestros vecindarios. Y son los actores y actrices los que se encargan de aportar veracidad a unos textos sicológicos que simbolizan el lavado de cerebro al que el maltratador somete a su víctima. Por tanto no se representa el acto violento en sí, sino los pasos previos para ir doblegando la voluntad de la mujer en aras de la sumisión que precede a la agresión.

En “Llueven vacas”, el debutante Fran Arráez pone en escena la obra homónima de Carlos Be, con seis actos protagonizados por seis parejas, cuyo orden exacto de aparición va incluido en la ficha técnica que acompaña esta crítica, más el personaje onírico de Coral encarnado por Carmen Mayordomo. Los seis actores personifican a un mismo Fernando y las seis actrices a una única Margarita, para significar de esta manera que se trata de un problema universal que va pasando comunmente por sus sucesivas fases, resumidas en esa media docena. Mediante un poético juego de espejos las distintas interpretaciones alcanzan una creíble continuidad.