Turquía anunció que ha pedido formalmente la extradición a las autoridades checas de uno de los líderes más importantes de la comunidad kurda, Saleh Muslim, detenido el sábado en un hotel Praga a demanda de Ankara.

El Gobierno turco aseguró que ya había transmitido a Praga la petición, y acusó a Muslim de dirigir «una organización terrorista implicada en hechos terroristas contra Turquía».

Sin embargo, el Ministerio checo de Justicia indicó ayer que aún no había recibido ningún documento vinculado a una demanda de extradición.

El presidente truco, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que Ankara ha tomado «las medidas necesarias» para evitar una resolución desfavorable por parte de los jueces checos.

Saleh Muslim fue dirigente del principal partido kurdo en Siria, el Partido de Unión Democrática (PYD), que fue clave en el desarrollo del proyecto de confederalismo democrático en el norte de Siria contra el que Turquía ha emprendido su ofensiva militar. La milicia armada afín al PYD, las YPG, ha sido durante mucho tiempo la fuerza más eficaz sobre el terreno en el combate contra el ISIS.

Muslim se enfrenta a una petición de 30 cadenas perpetuas si es extraditado.

Su abogado, Tomas Pelikan, indicó que las autoridades checas tomarían hoy una decisión sobre su arresto o presentación ante un juez.

Mientras tanto, las manifestaciones de kurdos de toda Europa contra la invasión de fuerzas turcas en el cantón kurdo de Afrin han añadido a esta reivindicación, la demanda de libertad para Muslim. Ayer se llevó a cabo una marcha hacia el Ministerio del Interior en Praga y se ha lanzado una campaña de mensajes a embajadas y consulados de la República Checa en protesta por el arresto del representante kurdo.

Por su parte. el PYD exigió al Gobierno checo que libere a Muslim «de inmediato y se disculpe por este comportamiento ilegal e inmoral». El partido kurdo destacó que Muslim jugó «un papel importante en el proceso de la revolución en Siria, especialmente en el área diplomática, contra el terror ISIS».

La tregua no llega a Ghuta Oriental

La dureza de los ataques del Ejército sirio contra las ciudades de Ghuta Oriental, enclave en manos rebeldes al este de Damasco, ha disminuido respecto a la semana pasada y se ha centrado en los frentes más que en las zonas civiles, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, pero continúan pese a la tregua reclamada por la ONU en lo que considera un «infierno en la tierra». Ayer murieron 30 civiles más y el número de fallecidos supera ya los 550 desde el 18 de febrero. Ante el incumplimiento, la ONU volvió a exigir que el cese el fuego se aplique «de inmediato», mientras el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó una «tregua diaria entre las 09.00 y las 14.00» que debería entrar en vigor hoy, en la que se abrirían «corredores humanitarios» para permitir la evacuación de civiles. La presencia en Ghuta de grupos que Damasco califica como «terroristas» ha servido para que el Ejército sirio mantenga su ofensiva, preludio de una operación terrestre, que, según algunos grupos rebeldes, llegó a comenzar pero «fue abortada antes de que empezara».GARA