Joseba VIVANCO
Athletic

El público en las gradas y los jugadores en el campo

San Mamés respondió con su aliento a la entrega y determinación de los suyos, en un partido con mucho ritmo y alternativas, en el que el Athletic buscó siempre la victoria pero se tuvo que conformar con empatar

ATHLETIC 1

VALENCIA 1


«Sabías que podía esperarte la gloria si triunfabas en San Mamés, pero lo que también sabías es que ibas a tener que pelear, no durante 90 minutos, sino desde 15 kilómetros antes, cuando ese arco, tan majestuoso, te indicaba que no ibas a cualquier parte, que no ibas a jugar un partido más, fuera cual fuera el resultado». Palabras respetuosas, sentidas y sinceras de uno de esos futbolistas admirado por la vieja Catedral, esa que él piso en tantos partidos, esa en la que, como confesaba en el libro ‘‘Historias de San Mamés’’ editado con motivo del centenario del campo, «ves cuando la gente aprieta y lleva en volandas al equipo». Que empuja, grita, «y dices, ‘coño, si es que están ahí mismo’». Y culminaba sus recuerdos con la convicción de que el nuevo San Mamés ‘cinco estrellas’ conservaría esa fragancia, porque «la gente seguirá siendo la misma y sintiendo lo mismo: el público en las gradas y los futbolistas en el campo». Palabras de Enrique Castro ‘Quini’, el ‘Brujo’, otra leyenda como tantas que jalonan la historia del Athletic. Quini, alguien que desde fuera nos recuerda qué eres, qué amas, qué enseñas, los lemas del Museo rojiblanco.

Llegaba el Valencia a San Mamés, un clásico de la Liga, un rival de enjundia, un partido marcado en rojo, de los que gustan, el club que antecedía a los leones en la clasificación histórica de Primera División, con 3.435 puntos cosechados por 3.399 de los bilbainos. Cuartos y quintos, respectivamente, en esa tabla que lideran Madrid, Barcelona y Atlético. Reválida para los rojiblancos tras los silbidos ante el Málaga, expectación por testar el ‘cabreómetro’ de la grada. Ver, en definitiva, qué esperar de cada cual de aquí a final de curso.

Y el vibrante choque entre los dos históricos acabó con el banquillo local puesto en pie, la grada de San Mamés, otro tanto, jaleando cual jauría ¡Athletic, Athletic! e insuflando aliento al córner que ‘botaba’ Beñat sobre la bocina y Aduriz malograba en el último cartucho rojiblanco. El público, este vez sí, reconoció el esfuerzo y carácter de los suyos para no ser menos que su rival y la determinación para no comformarse nunca con un punto e ir a por los tres. La ovación final, tras los pitos y gritos de hace solo unos días, fue el bálsamo que la familia rojiblanca necesitaba, la comunión público y equipo a partir de la cual aunar esfuerzos en pos de unos objetivos todavía al alcance. No se ganó, pero el empate, por cómo se fraguó, supo a victoria. A San Mamés le gusta ganar, como a todos, pero le importa y muchó el cómo.

Kuko Ziganda fue a lo seguro y tiró de casi el mismo once que le dio buen resultado en la primera mitad ante los malacitanos. Dupla San José-Beñat, nueva oportunidad para Córdoba, y Williams, como el ‘señalado’ Lekue, sentados en el banquillo. El Athletic no tenía ninguna intencón de discutirle la pelota a un Valencia tocón, con exquisita calidad técnica, cuyos hombres de arriba juegan bien de espaldas y una medular con Parejo y Kondogbia a los que no es fácil privar del balón cuando está en su poder. Los leones apostaron por eso, por robar y salir rápidos arriba, por aprovechar las indecisiones en la salida del balón de los chés. Eso les dio no solo un respiro ante el inicial empuje levantino sino que generó sus primeras llegadas con peligro, como la que tuvo San José y le sacó Neto, o una consecución de jugadas a balón parado.

Los continuos parones en el juego, con Aduriz y Raúl más en el suelo que al juego, favorecían esa ruptura del juego combinativo que proponían los de Marcelino García Toral. La iniciativa se equilibró hasta sobrepasada la media hora en que Kondogbia abrió a banda, San José y Beñat en lugar de defender al francés se hundieron hasta el área grande de Kepa y el pase lateral llegó al propio valencianista que, clamorosamente solo, desde la media luna acarició de lujo el esférico para hacer imposible la estirada del de Ondarroa. Error, nuevo, de marca, y a remolque.

Salvo tímidos ánimos, la grada se limitó a sentir y acompañar con un silencio funerario la reacción de un Athletic que, sin apenas argumentos, se encontró con un penalti a Susaeta en la primera combinación ofensiva entre el de Eibar y De Marcos en toda la primera mitad. Allá fue un desacertado Aduriz a patear y, en el día en el que los que suelen marcar no estuvieron nada finos, Neto adivinó su disparo.

Rumbo a vestuarios con la cabeza gacha, no se esperaba menos de la reacción a vuelta del descanso de unos leones urgidos, y que apretaron de salida para equilibrar el marcador a primeras de cambio en un disparo ajustado de De Marcos desde la frontal. Primer gol de los leones desde fuera del área y estrenó del alavés. Lo más difícil estaba hecho. Tocaba a la grada poner de su parte, ya fuera espoleada por las llegadas de los suyos, como la que tuvo Susaeta y paró el arquero luso, ya fuera por una contestada actuación colegial ante tanto desesperante choque y jugador al verde.

El Valencia aceptó el reto, se estiró esta vez sin tanto miramiento y más verticalidad, para meter al duelo en un ida y vuelta peligroso para ambos pero revitalizador para el espectador. Sobre todo para el bilbaino, como con el chutazo que Aduriz envió al lateral de la red y se cantó gol, el remate que se le fue alto a Raúl, las presencias por banda del intrépido Córdoba. Los gritos de ánimo resurgieron desde el hasta entonces teatro rojibanco. El graderío se volcó. El choque era una moneda al aire en la que Marcelino fue con todo dando entrada a Rodrigo y Guedes. El Athletic, con sus propias armas y bajo la batuta, magistral, de Beñat, defendía con uñas y dientes a la espera de esa contra milagrosa que no llegaba. No llegó, pero el punto supo a triunfo. Como diría Quini, el público en la grada y los jugadores en el campo. San Mamés.

Ziganda: «Los jugadores están reventados, se han vaciado»

«El mundo del fútbol es así, todo es muy extremista», decía un feliz Kuko Ziganda, que reconocía «el resultado es importante pero también ofrecer cosas. No siempre se puede, pero hoy estamos muy contentos por el partido, el derroche, se han vaciado, están reventados, contentos con la imagen y actitud y la respuesta del público también». Para el navarro «teníamos una buena muestra en el primer tiempo ante el Málaga y había que agarrarse a eso. Tenemos un gen competitivo importante, decirlo es fácil, luego lo difícil es hacerlo como hoy. Nos ha faltado la guinda porque no conseguimos ponérsela. Las sensaciones del otro día no fueron buenas para nadie, pero hoy, sin ganar, es buena para todo el mundo. Que todos estemos en la misma dirección y nos sintamos contentos es necesario para el futuro y para el club». Reconoció que «lo ideal sería hacerlo todos los días, pero los rivales también plantean otro tipo de partidos. No es tan simple, no es hoy quieren, hoy no quieren. Pero hoy se demuestra que podemos hacer cosas interesantes. Lo de hoy es para felicitar al equipo, un esfuerzo bestial en tres días de muchos de ellos. En el segundo tiempo la manera de apretar y arriesgar... Nuestra defensa ha estado muy sólida y muy valiente. La respuesta de todos ha sido magnífica».J.V.