Joseba VIVANCO
Athletic

Perdónales

Un conjunto rojiblanco con más empeño que fútbol desperdicia el primer tiempo y lapida luego una ventaja de dos goles.

Confesaba Galder Reguera, autor del siempre ojeable ‘‘Hijos del fútbol’’, que «sigo viendo a los jugadores del Athletic como si fueran personas mayores que yo. A muchos de ellos los conozco, y en las distancias cortas te das cuenta que son chavales. A Carlos Gurpegi le veo como a mi tío, y es menor que yo. Pero es que cuando lo tengo delante, pienso: ‘¡Si este ha sido el puto capitán del Athletic!’ Lo veo como un referente, cuando en el fondo le saco bastantes años. Es muy curioso». Admito que a mí siempre me ha sucedido otro tanto, cuando en el fondo, nuestros jugadores, ídolos o no, no dejan de ser jóvenes de veintitantos o treintañeros que ya quisiéramos ser algunos. No recuerdo quién decía que dejamos atrás la juventud cuando ese ídolo nuestro tiene menos años que uno, aunque en esta vida no hay patada a una lata huérfana en plena calle que no nos devuelva a la infancia. Adultos prematuros o, como los desnudara Marcelo Bielsa, ‘millonarios prematuros’. Personas humanas, al fin y al cabo, que diría el otro. Walter Scott, escritor escocés autor entre otros de ‘‘Ivanhoe’’, sostenía que «la vida en sí misma no es más que un partido de fútbol». Y al revés.

Hace una semana todas las miradas en San Mamés estaban focalizadas en un bisoño portero, Unai Simón, porque sobre ese mismo césped no se hallaba el ‘castigado’ Remiro, otro veinteañero al que la vida se le cruzó en el fútbol. Ayer, esos mismos vistazos iban dirigidos a Iñaki Williams, en ausencia de Aduriz, el protagonista muy a su pesar y a pesar también del propio club, de la vida misma. San Mamés ovacionó como siempre al anoche encargado de los goles cuando la megafonía cantó su nombre y le aplaudió con la primera incursión que protagonizó. Disonancia cognitiva, lo llaman. Un conflicto interno que los aficionados a un deporte, y más en el fútbol, no pueden evitar sentir, ven a sus ídolos expuestos a una polémica en la que se pone en duda su honradez, ya sea una deuda con Hacienda o sea una bochornosa pérdida de respeto entre una pareja, y los respaldan porque se pone en juego su fidelidad como seguidores.

Williams pasó desapercibido, algo por lo que hubiera pagado días atrás, hasta el minuto 45, en el que remató a la media vuelta y la madera repelió –como le sucedería en el 80 con el 2-1– la mejor y a la vez única ocasión de los bilbainos en una primera parte roma en jugadas de peligro por parte de ambos contendientes, lo que no exime al Athletic de culpa por ser el anfitrión y el rival un novato en la categoría. Los más acérrimos del ‘9’ le pedían un par de goles anoche para pasar el mal trago de su vídeo-viral, y la ‘Pantera’ no anotó, pero al menos asistió en los dos goles de los leones en una segunda mitad en la que el Athletic mejoró sus prestaciones cara a portería, aunque Susaeta marcara con la zurda y Yuri Berchiche con la derecha. El guipuzcoano lo festejó como en el patio de tierra de la ikastola.

El equipo, con las novedades de Raúl García –que esta vez lo ganó todo por arriba en la medular evitando las segundas jugadas oscenses– por Unai López y Córdoba en banda apenas sintió el cambio de cromos en el once y quizá echó de menos la referencia aérea de Aduriz cada vez que sus hombres de banda llegaban a las cercanías del área y buscaban pero no hallaban al donostiarra. Un Huesca atrevido, peligroso con pradera por delante, de rápido despliegue, gustó en los primeros minutos e incluso marcó, aunque en fuera de juego que el VAR confirmó. Pasó el Athletic a dominar pero casi por obligación, sin novedad en la meta del argentino Werner y otro tanto en la de un Simón que tocó su primera pelota en el minuto 26 y apenas sumó otra intervención más bien resuelta. Arriba, cada último pase rojiblanco era una hipoteca para el compañero de turno. Escenario que cambió en una animada segunda mitad, sobre todo con el tempranero gol de Susaeta. En la locura Yuri puso el segundo. Y si el Athletic lo pasó mal tras el 1-0, incapaz de serenar el choque, no le fue mejor con el 2-0. Acortó rápido el Huesca en el marcador y víctima de su alarmante falta de oficio, cedió un lastimero empate. «¿Cómo vas a saber lo que es el amor si nunca te hiciste hincha de un club?», escribía Quique Wolf. Disonancia cognitiva. Perdónales.