La cifra de víctimas mortales a consecuencia de los terremotos y posterior tsunami que golpearon en pasado viernes la isla indonesia de Célebes supera ya las 1.200.

Según el último balance, el número de muertos alcanzó los 1.203, pero las autoridades advirtieron de que creen que aún hay «cientos de víctimas» enterradas bajo el barro en Petobo, en el área de Palu, la más afectada.

La lista se completa con 90 desaparecidos, 632 heridos y 48.025 personas atendidas en centros de acogida. La ONU estima que 191.000 personas necesitan ayuda urgente, pero su envío resulta complicado porque numerosas carreteras están cortadas y los aeropuertos dañados. Las autoridades temen un balance final mucho más alto, pues gran parte de la región sigue siendo inaccesible.

Voluntarios empezaron a enterrar, ante el riesgo sanitario, los cadáveres en fosas comunes, una de ellas con capacidad para 1.300 cuerpos, en las afueras de Palu, no lejos de Petobo, donde centenares de personas han quedado sepultadas por avalanchas de barro.

Los vecinos de Célebes vieron primero cómo un tsunami arrasaba los escombros y después casas como si la tierra se hubiera convertido en líquido. Este fenómeno, licuefacción, ocurre cuando un fuerte movimiento telúrico golpea un suelo de tierra poco sólida y con grandes bolsas de agua. El terreno se colapsa y libera gran cantidad de barro que arrastra todo.

En torno a un millar de personas se disponían a participar en un festival cultural en una playa cuando llegó el devastador tsunami, sin que se activaran los sistemas de alerta temprana que dejaron de funcionar hace años.