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Londres

EL «EXIT» DE LOS ENFERMEROS QUE RECLUTÓ FUERA LA SANIDAD BRITÁNICA

Durante doce horas, Manuel Gala vigila incesantemente a un único paciente en un hospital de Oxford donde aprendió todo lo que sabe sobre cuidados intensivos. Pero, como muchos enfermeros españoles, ahora está pensando en dejarlo debido al Brexit.

Aquí un paciente crítico nunca se queda solo, en ningún momento, así que, obviamente, se necesita mucho personal», explica este mallorquín de 33 años, que trabaja desde hace seis en los hospitales universitarios de Oxford. «Entré sin tener ni idea de cuidados intensivos y ahora soy coordinador –relata–. Me han financiado un posgrado en la universidad y voy a convenciones de enfermería; las condiciones laborales son muy buenas».

Cincuenta metros de pasillo, con suelo embaldosado y paredes desconchadas, separan su unidad de las Urgencias del Hospital John Radcliffe, una moderna estructura de siete plantas lejos del centro de esta ciudad inglesa mucho más conocida por los edificios góticos de sus centenarios colegios universitarios. En menos de cinco minutos, la víctima de un accidente puede pasar de la ambulancia a la estabilización, y de allí a una de las camas, separadas por cortinas azules, bajo la atención permanente de Manuel y su equipo, en el que «hay italianos, portugueses y polacos», además de «indios, filipinos y australianos».

Por falta de personal autóctono, «en las últimas dos décadas, Reino Unido realizó campañas activas para reclutar personal extranjero», explica Siva Anandaciva, analista del King's Fund de Londres. Así, 63.000 del 1,2 millones de personas empleadas por la sanidad pública británica proceden de la Unión Europea (el 5,6%), según datos del Servicio Nacional de Salud (NHS).

«Teniendo en cuenta las nacionalidades, solo el personal español registró un descenso sustancial desde junio de 2016, de 7.240 a 6.160 (una caída del 15%)», señala un informe publicado este mes por el Parlamento.

Ahora, los españoles validan automáticamente su experiencia británica en forma de puntos utilizables después en la bolsa de trabajo de la sanidad pública en el Estado español. Pero «tememos que después del Brexit esto no siga ocurriendo, y eso ha hecho que deje de venir mucha gente y que otros hayan decidido irse», comenta Gala.

«Traicionado»

Entre quienes ya han partido se encuentra Lara Garrido, odontóloga de 34 años, que llegó en 2010 desde Palencia escapando de la precariedad laboral. «Me costó exactamente dos días encontrar trabajo de enfermera dental... en tres meses ya empecé a trabajar de odontóloga», recuerda.

Durante años se ganó a pulso el aprecio de sus pacientes y la amistad de sus compañeros en un pequeño pueblo de Essex, en el este de Inglaterra. «Era feliz y consciente de que en España sería complicadísimo encontrar un trabajo similar».

Y entonces llegó el Brexit. «Toda mi clínica votó ‘out’ –recuerda–. Es muy duro que tus propios pacientes te hablen del Brexit de una forma en la que sientes que tú siempre serás vista como extranjera». Tras tener su primer bebé, ella y su marido decidieron volverse a España debido a la incertidumbre. «¿Qué iba a pasar con nosotros? Han pasado dos años y aún no se sabe».

Otros, sin embargo, están demasiado arraigados para dejarlo todo. «Tengo tres hijos ingleses, mi ‘ex’ es inglesa y mi pareja actual también, toda mi vida la tengo aquí y ahora me dicen ‘vete a tu casa’, pero esta es mi casa», se lamenta el catalán Joan Pons Laplana, enfermero de 43 años.

Llegó hace 18 años con las primeras campañas de reclutamiento y ahora afirma sentirse «traicionado». «¡Pero si me llamastéis vosotros!», exclama. Recientemente recibió una oferta de trabajo en Australia, pero su familia no quiere mudarse pese a que allí le doblaban el sueldo.

Estas partidas podrían ser catastróficas para el sistema de salud británico, según previene Siva Anandaciva. «Actualmente, no tenemos suficientes enfermeros, médicos y quiroprácticos», y un éxodo «hará que cada vez sea más difícil ofrecer una atención de calidad», indica a AFP esta analista.

La «CiTY» se muestra segura de su fuerza y se olvida del terror

En Guildhall, el corazón del principal centro financiero de Europa, los dirigentes de las compañías lamentan la deslocalización de empleos que, con cuentagotas, está provocando el Brexit. Pero están seguros de esto: la City vencerá en este reto.

En este centenario y majestuoso edificio todavía resuena el eco de los gritos de terror que se escucharon la noche del referéndum del Brexit ante una perspectiva aborrecida por los círculos empresariales. Pero las aguas se han calmado.

«Estábamos preocupados por si perdíamos decenas o cientos de miles de empleos. Pero eso no ha sucedido. Como mucho, podemos perder unos miles de puestos» en el conjunto de la capital, indica Christopher Hayward, el presidente del comité de urbanismo de la City of London.GARA