Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Acuarela»

Una comedia romántica muy sensorial

La obra de los cineastas italianos a partir de la década de los noventa nos llega de forma intermitente, por lo que es difícil seguir la evolución de la mayoría de ellos, y así a Silvio Soldini le conocemos por un par de títulos como “Pan y tulipanes” (2000) o “Sonrisas y lágrimas” (2007). Una referencia insuficiente para valorar en su justa medida su última realización “Il colore nascosto delle cose” (2017), con la cual ganó en la Mostra de Venecia el prestigioso premio Lizzani. Y si ha encontrado distribución no es solo por dicho reconocimiento, sino sobre todo gracias al renombre de su pareja estelar compuesta por la actriz Valeria Golino y el actor Adriano Giannini.

El tópico de que el apellido familiar pesa mucho cuando se hereda la profesión paterna se cumple, porque el rol principal masculino lo podía haber interpretado perfectamente en su día Giancarlo Giannini. Y es que Teo es un mujeriego empedernido de los de antes, en la medida en que responde al perfil del cuarentón inmaduro con una vida sexual que se corresponde con la de un eterno adolescente. Una actitud extensible a su trabajo, pues continúa de free lance en el sector de la publicidad y su día a día es una constante procrastinación. Todo cambia cuando acude a un encuentro en grupo a oscuras, al que también ha ido una mujer invidente por la que siente una irresistible atracción, hasta el punto de pedir cita en su consulta de osteopatía. La doctora Emma no necesita de la vista para conocer y sanar el cuerpo humano.

“Il colore nascosto delle cose” es una comedia romántica muy sensorial, en la que hay un latin lover redimido por una mujer que quedó ciega de joven, lo que le permite recordar y sentir las cosas a través de la memoria del color. Teo engaña a su esposa Greta (Anna Ferzetti) diciéndole que practica el voluntariado como guia de ciegos. En realidad se ha enamorado de Emma, que le ayuda a experimentar con los sentidos y a madurar.