Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «El gran baño»

Los hombres delfines no se ahogan

Vaya por delante que “Le grand bain” no es ninguna tontería, aunque lo parezca. Es una comedia seria, que hace una profunda e interesante reflexión sobre la situación actual del sexo masculino, una vez que el hombre ha entrado en una irreversible decadencia provocada por el empuje y la ascensión de la mujer. Los cuarentones de esta película ya no se sienten útiles, y por eso les sobreviene la necesidad de desarrollar actividades que antes estaban reservadas a ellas, por ser consideradas más decorativas u ornamentales que funcionales. El ballet acuático siempre fue cosa de mujeres, pero hoy en día los roles han cambiado y ellos también pueden hacer posturitas en la piscina municipal sin que el resto de usuarios les insulten o pongan en duda su supuesta hombría.

El grupo de desplazados de “Le grand bain” descubrirá, para su sorpresa, que la natación sincronizada es una de las disciplinas más duras que existen dentro del deporte, por la disciplina y rigurosa metodología de entrenamiento que requiere, al igual que la gimnasia ritmica. Eso en la parte puramente técnica, porque en su lado artístico emular las coreografías de Esther Williams no es nada fácil, ni tan siquiera en su versión modernizada. Les costará hasta dar con la música apropiada, decantándose finalmente por el hit ochentero “Easy Lover”, que compusieron y cantaron el Philip Bailey de los míticos Earth, Wind & Fire y Phil Collins.

El número que se marcan los Hombres Delfines en el campeonato internacional celebrado en Noruega es sin duda lo mejor de la película, pero para llegar a dicho climax hay un protagonismo coral que se va cociendo a fuego lento, ya que cada caso personal requiere su debida atención. La marginalidad no es de índole social como sucedía con los strippers improvisados de “Full Monty” (1997), sino que es de una naturaleza mucho más existencial.