Al menos 34 personas han muerto y unas 300 se encuentran desaparecidas por la ruptura de una represa de la minera Vale –con un millón de metros cubicos de agua y residuos de hierro– en la ciudad de Brumadinho, en el sureste de Brasil, donde los equipos de rescate se afanan para buscar más supervivientes en medio de la lluvia.

En medio de la conmoción los bomberos mantienen la esperanza de hallar a más personas con vida, a pesar de que el número de víctimas mortales pasó de 11 a 34 en cuestión de horas.

El vaivén de cifras sobre desaparecidos y rescatados y la falta de confirmaciones oficiales aumentaba la angustia de la espera, según explicaba el sicólogo voluntario André Luis Dutra, psicólogo voluntario, que atiende a las familias A su juicio, lo ocurrido en Brumadinho, «no es un accidente, es una negligencia y un crimen» y alertó de que hay unas 400 represas similares en el estado de Minas Gerais que son auténticas bombas de relojería. «¿Cuántas personas tienen que morir más para que las autoridades tomen alguna medida?», se preguntaba.

Varias ONG se están coordinando para llevar material de higiene, agua y alimentos no perecederos. Las autoridades de Minas Gerais, estado golpeado por dos tragedias similares en tan solo tres años, decretaron luto oficial de tres días y el estado de calamidad pública en el municipio.

La Justicia ha bloqueado las cuentas de la compañía para indemnizar a las víctimas y Vale ha sido multada con 67,5 millones de dólares.