Andeka Larrea Larrondo
Filósofo y antropólogo
GAURKOA

EITB: el día de la marmota vasca

El pasado 8 de marzo el movimiento feminista volvió a llenar las calles de pueblos y ciudades de Euskal Herria en una jornada de huelga exitosa. Una movilización que demuestra la potencia política del feminismo y que deja muchas lecciones y tareas pendientes para todas, desde partidos políticos a sindicatos, pasando por la sociedad civil organizada hasta alcanzar a los medios de comunicación, tanto públicos como privados. A lo largo de ese día EITB ofreció una cobertura informativa de las movilizaciones, cumpliendo con la misión de servicio público que le corresponde por ley.

Una excepción, sin embargo, que no es norma, como es fácil advertir a partir del seguimiento de los espacios informativos de EITB. La objetividad, imparcialidad y el pluralismo político y social son un mandato de la Ley de EITB, entre otros. También lo son el fomento del euskara y de la cultura vasca o la misión educativa. Mandatos cuyo cumplimiento dejan bastante que desear a día de hoy. Una situación que es consecuencia de las decisiones de una dirección que carece de proyecto. Simplemente porque concibe EITB como un medio de propaganda política al servicio del gobierno. Algo, por otra parte, nada original, puesto que es un mal endémico de las televisiones públicas del Estado.

La reforma de EITB es el día de la marmota de la política vasca. Cada legislatura, de forma cíclica, se plantea la necesidad de abordarla, se hacen pomposos discursos sobre el tema (todos muy políticamente correctos), se aprueban iniciativas, se piden informes, comparecencias, estudios y un largo etcétera de documentos para llegar a la conclusión por todos conocida: una reforma aplazada y pendiente.

El diagnóstico está hecho, como decía, hace tiempo. De las distintas propuestas y análisis que se han conocido en la ponencia habilitada para llevar a cabo la reforma integral de EITB, así como de una observación de otros medios públicos europeos, podemos extraer algunas conclusiones.

En primer lugar, que para garantizar una información objetiva, independiente y plural EITB tiene que poner en marcha un sistema de organización profesional en el que sean las y los profesionales del Ente, en base a criterios periodísticos, los encargados de garantizarla en los distintos espacios informativos, sin excepción. Una misión, por tanto, que exige terminar con dos anomalías: el control político de los contenidos y la externalización del servicio público. Ninguna productora privada debería tener el control de la información en EITB. Algo que a día de hoy, como sabemos, sucede y es consecuencia de una decisión política.

En segundo lugar, que EITB debe ser un reflejo de la sociedad vasca, garante del pluralismo intrínseco de nuestra sociedad. Dando voz a todas y no solo a unos pocos. Poniendo el foco informativo y educativo en la igualdad de mujeres y hombres, predicando con el ejemplo y no solo con planes de igualdad y marketing. Urge feminizar EITB: hacia dentro y hacia fuera. Porque las mujeres no pueden estar invisibilizadas, por una parte, y porque la agenda comunicativa está marcada claramente por un sesgo machista.

En tercer lugar, unido a lo que decimos sobre la función educativa, EITB debe recuperar el impulso que tuvo (pero perdió) como agente activo en el fomento del euskara y de la cultura vasca. Una función que no se cumple con la mera emisión de miles de horas anuales de dibujos animados en euskara, sino con una programación que sea capaz de sintonizar con la audiencia euskaldun, especialmente con las más jóvenes y con niñas y niños. Hay ejemplos brillantes en la actual parrilla de ETB1 que indican una dirección. Pero son solo excepciones, puesto que la realidad es que la dirección de ETB ha decidido que es ETB2 la cadena en la que hay que poner la mayoría de recursos para competir con las cadenas generalistas privadas. Un proyecto muy alejado de la misión de servicio público y que camina hacia la externalización y la privatización.

Porque es precisamente ese sistema de adjudicaciones ligado a una gestión privatizadora de EITB el verdadero nudo gordiano a deshacer, nudo que algunos no están dispuestos ni a mentar por los intereses creados a lo largo de muchos años, que han generado una red clientelar en la que todo el mundo cobra por los servicios prestados y devuelve con creces, en distintas formas de fidelidad, a la mano que les alimenta.

EITB debe garantizar una programación propia con los recursos de los que dispone, relegando la externalización y priorizando la producción propia que en el pasado era marca de la casa. Hace no mucho ETB contaba con un centro de producción (Miramon) de donde salieron sus mejores programas de ficción y en el que trabajaban algunos de los mejores profesionales del país, desde actores a guionistas, pasando por realizadoras, cámaras o diseñadores escenográficos. Un centro que se dejó morir de forma consciente y voluntaria para poner en marcha el proceso de externalización del que hablábamos.

Finalmente, EITB debe despolitizarse. Por una parte, reformando su actual Consejo de Administración, que debería parecerse más a la sociedad vasca y menos a su parlamento y contar con competencias eficaces de control de la acción de la dirección. Por otra, terminando con la anomalía de que la Dirección General de EITB sea elegida por el parlamento en la forma actual, sin presentar un proyecto y sin someterse a una audiencia de evaluación del mismo en el que deberían participar profesionales y técnicos del sector, no representantes políticos.

Urgente y pendiente queda.